Por: Gemma Leyva Machiche | @GemmaLeyva
Ambientada en Bad City, un cementerio de máquinas, cuerpos en descomposición, sueños perdidos y muertos en vida, Ana Lily Amirpour nos presenta en A girl walks home alone at night (2014), su ópera prima, la historia de una justiciera de la noche con colmillos, vestida en chador, con una forma de transporte peculiar: una patineta. En sus andares nocturnos, decidirá el destino de distintos personajes: un traficante de drogas, un niño, una prostituta y un joven con un padre adicto a la heroína. Con éste último, iniciará una (nada tradicional) historia de amor. Chico conoce Chica con colmillos.
Una escena electrizante, que abraza la estética de un videoclip; reminiscente, entre otras, a la obra de Anton Corbijn (All These Things That I’ve Done The Killers, 2005; Talk Coldplay, 2005; Reflektor Arcade Fire, 2013): en una recámara, abarrotada de posters y los reflejos estáticos de una bola disco, se encuentran un hombre y una mujer. Él, recostado sobre la cama. Ella, colocando un vinil en el tocadiscos. Death de los White Lies comienza a sonar. Él, vistiendo una capa de vampiro, se levanta lentamente. Hipnotizado por la bola disco se dirige a ella para hacerla girar. Reflejos en movimiento. Sigilosamente se acerca a la mujer, quien se encuentra de espaldas respirando parsimoniosamente. Admira su cuello. Cada vez están más cerca. Suspiran al mismo tiempo. Ella gira lentamente hasta que finalmente se encuentran de frente. Comparten miradas. Lo toma por el cabello halando su cabeza hacia atrás. Se acerca a su cuello pero desvía la cabeza para posarla sobre su pecho. La música se desvanece.
Del latín desolāre, la desolación quiere decir “quitar todo”: profunda desesperanza y soledad asociada a la pérdida, a paisajes fantasmas, al paso de catástrofes naturales, al abandono, a la noción de la vida eterna. En esta inmortalidad, la figura del vampiro: una criatura nocturna que vuelve de la muerte para alimentarse con la sangre de los vivos. Así como cada cultura tiene diferentes concepciones del origen, Amirpour proyecta sus ideas en la protagonista de esta historia: una chica seductora que viste una camiseta a rayas, abundante delineador negro y que no duerme en un ataúd sino en el cuarto de cualquier melómana.
«A girl walks home alone at night» es uno de esos viajes desesperanzadores como el que narra el enigmático e inmortal David Bowie en “Space Oddity”. La historia de un astronauta que inicia un viaje en su “caja de lata” durante el cual mantiene comunicación con el centro de control y muestra su fascinación por la pequeñez de la tierra, así como la desolación ante la inmensidad del espacio. Una odisea en donde encontramos la vida dentro del desconsuelo, la esperanza que surge de él. Como con “El Mayor Tom”, así pasa con La Chica y Arash: las canciones tristes pegan donde más duele. Los diálogos son escasos, pero contundentes. El diálogo proviene en sí, de su banda sonora. Y es que, cada personaje, parece ser escrito como un género musical: el techno de Saeed (Dominic Rains), la electrónica de Shaydah (Rome Shadanloo), lo emo de La Chica (Sheila Vand), lo indie de Arash (Arash Marandi). Recordar a Bowie no es casualidad. Camaleónico como lo fue, encarnó a unos de los vampiros más sofisticados de la historia: John Blaylock (The Hunger, Tony Scott,1983). En medio de la oscuridad, lo posible.
La desolación, también puede ser habitada. La arquitectura racionalista, es una corriente basada en la función, las formas geométricas simples y ortogonales y la utilización de materiales industriales como lo son el acero, el concreto y el cristal; todo vía la razón. Pensada para combatir la destrucción y la inquietud que la Primera Guerra Mundial había dejado a su paso, se plantea una estética industrial, mecanizada y prefabricada, es decir, busca una nueva forma de construcción. Un ejemplo conciso de este movimiento es la Casa Farnsworth proyectada por Mies van der Rohe en 1946. Surge a petición de la doctora Edith Farnsworth, buscando una vivienda de descanso para disfrutar de la naturaleza y la soledad. Situada en una parcela de 24 hectáreas a orillas del río Fox en Plano, Illinois, este proyecto dialoga desde su soledad con la naturaleza a través de sus cristales que desvanecen los límites entre el interior y el exterior.
El debut de Amirpour es el claro ejemplo del racionalismo y el diseño funcionalista, cuya premisa, atribuida al arquitecto Louis Sullivan, es “la forma sigue a la función”: el propósito de la obra debe ser el punto de partida para su diseño. Bad City es el escenario perfecto: una ciudad despiadada que, más allá de propiciar la vida, favorece un clima mecanizado en el que abundan las máquinas extractoras de petróleo y escasean sus habitantes. Amirpour presenta una nueva forma de construcción fílmica: líneas sencillas y funcionales, lenguaje innovador, ruptura en la tradición de las historias vampíricas, reinterpretación de la relación del ser humano con su entorno y la utilización de colores acromáticos.
Su fotografía en blanco y negro, a cargo de Lyle Vincent (The Bad Batch, 2016; Bushwick, 2017; Thoroughbreds, 2017; Daniel Isn´t Real, 2019), únicamente es monocromática en estética ya que vehiculiza diferentes atmósferas: el delirio causado por el síndrome de abstinencia, la sensualidad de la seducción, la libertad de estar en soledad y el miedo a la oscuridad y lo que nos acecha.
Víctima del síndrome de abstinencia, el padre de Arash comienza a alucinar con el gato de su hijo, diciendo que el gato está poseído por su esposa muerta. Al día siguiente tras encontrar el cuerpo fallecido de su padre, Arash corre en busca de La Chica y le pide que escape con él. Mientras ella reúne sus pertenencias, aparece el gato, lo que evidencia la relación de La Chica con la muerte del padre. A pesar de esto, toman camino en la carretera de Bad City, la cual parece no llevar a ningún lugar o ser una espiral. Indeciso, se orilla. Baja del coche. Da unos pasos y remonta en el auto. Arash, La Chica y el gato van a algún lado.
Ana Lily Amirpour nos entrega una reformulada historia vampírica, en donde La Chica no es la única protagonista chupasangre, la película también lo es alimentándose de la audiencia, de nuestras pasiones y emociones. Una bola disco que nos hipnotiza. Una canción que nos hace regresar. Un lugar a punto de ser habitado. Un viaje que estamos a punto de comenzar.
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