Por: Georgina Mejía
Todos los caminos cortos tendrán siempre una consecuencia, no porque algo parezca rápido y sencillo significa que será mejor. Exacerbando los efectos que puede conllevar el no aceptarse a sí mismo, emprendemos en esta historia cautivadora. Un body horror cómico sobre el enemigo más grande de todos el tiempo; o más específicamente a cómo se nos ha vendido siendo mujeres, nuestro cuerpo es un objeto y nos recuerdan que la juventud y belleza siempre irá delante de todo lo demás.
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Elizabeth Sparkles no es la excepción, de ser una amada instructora de ejercicio para la televisión por muchos años, es jubilada para darle lugar a una chica más joven y fresca. Sin poder aceptar el fin de su carrera decide utilizar la sustancia para perseguir la juventud eterna o así se lo venden. Me recordó a lo que sería una Blanca Nieves moderna invirtiendo los papeles, con Elizabeth fungiendo como la reina madre quién engendrará a blanca nieves o bien, Sue, su versión “mejorada”.
Utilizando colores vibrantes para amplificar un mundo de fantasía y aparentemente perfecto, un diseño sonoro estridente y actuaciones caricaturezcas comenzamos a intuir que algo no está bien.
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Su visión del mundo se ha reducido a tal nivel que deja de ver el mundo de su alrededor, mirando a través de puros detalles, especialmente aquellos que busca cambiar. Así lentamente vamos entrando al estado psicológico de Elizabeth quien poco a poco se pierde a sí misma.
Coralie no le teme a la sangre y se compromete a darnos imágenes grotescas, incómodas que generarán risas y esperemos reflexiones. La vida se trata de encontrar balance, de no ser así correrás el riesgo de perderte a ti mismo.
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