Women We Love: Entrevista con Dariela Ludlow, cinefotógrafa de A Million Miles Away

Por: Amira Ortiz Azuara | @unazuara

Con la dirección fotográfica de Dariela Ludlow, Alejandra Márquez Abella presenta su cuarto largometraje y debut en inglés: A Million Miles Away. De los campos michoacanos a la NASA, el viaje del astronauta José Hernández, migrante de origen mexicano e hijo de trabajadores del campo, se retrata en esta cinta que alcanzó la primera posición del Top 10 de la plataforma Prime Video. En entrevista para Girls at Films, desde el set de un nuevo proyecto con Alejandra, Dariela habla sobre la hechura de un proyecto como A Millones de Kilómetros, de su proceso creativo y de la comunidad de una fotógrafa.

Girls at Films: Tu trayectoria tiene la configuración del cine independiente, con las particularidades que tiene hacer proyectos en México. Ahora haces una película sobre un astronauta con un estudio. Háblame de qué ha representado este viaje como cinefotógrafa.

Dariela Ludlow: Por suerte hubo un preámbulo que fue Narcos (Dariela fotografió la tercera temporada de la serie). Me dio unas posibilidades, sobre todo técnicas, que en el cine independiente no había tenido. Lo que sucede con el cine independiente es que uno hace lo que puede con lo que tiene y cuando tienes dinero puedes hacer lo que te imaginas, que es una diferencia muy grande.

Con la experiencia previa que había tenido en Narcos, con unos sets tan grandes, con mucho más equipo y más gente, siento que eso ya me había preparado, de alguna manera, para afrontar A Million... Si no hubiera tenido ese escaloncito hubiera sido mucho más difícil, me hubiera dado un ataque de pánico y no pasó. Es importante que con cada nuevo proyecto se presenten nuevos retos, pero haber hecho A Million… ya con otra perspectiva, conociendo las herramientas y sabiendo que tenía posibilidades de hacer muchas cosas, lo que hace es que narrativamente te ayuda a estructurar el lenguaje de otra forma.

Es muy chistoso, porque sí todos me dicen ‘órale, se muy cabrón’. Pues sí, se ve muy bien porque hay mucho más dinero, más recursos y más tiempo. Tener tiempo para hacer las cosas, para estar en los detalles, para ajustar un plano una y otra vez hasta que queda perfecto sí hace la diferencia. Además teníamos tiempo y dinero para hacer pruebas. Para probar el T-38, probar las cámaras submarinas, probar el planetario, para probar muchísimas cosas que eran muy complicadas técnicamente.

GaF: Formalmente se trata de una película americana, pero su configuración es particular: se filmó en México y con cabezas creativas mexicanas. ¿Qué representó esta dinámica para ti?

DL: Yo creo que eso nos ayudó mucho en la película. Evidentemente el sistema americano es un sistema completamente diferente a nosotros. Y además también trabajar con tu equipo, con la gente con la que siempre colaboras, pues es una ganancia porque sabes cuáles son sus virtudes y sus defectos y hasta dónde puedes llegar. Cuando trabajas con gente que no conoces por primera vez, pues te vas dando de tropezones en el camino. Entonces claro, el haberlo hecho aquí en México pues evidentemente sí fue protección para Alejandra (Márquez Abella) como para mí. Nosotras nos sentíamos en casa, con recursos, con todos nuestros amigos, sabiendo que podíamos experimentar y hacer cosas padres.

GaF: En la cinta el protagonista es un ingeniero que estudia la ciencia espacial. Hay un momento donde José da cátedra a sus compañeros y con ello a la audiencia, haciendo esa labor un poco más terrenal. Alejandra y tú filmaron escenas bajo el agua, aviones, el despegue de un cohete espacial. Cuéntanos un poco de la hechura de alguna de estas escenas.

DL: Digamos el T-38. Ahora ya hay dos formas de filmarlo. Una es con green screen, que es esta pantalla verde que pones atrás, y luego generas el espacio. Luego hay pantallas, la nueva opción son los llamados volumes, que es que tú pones pantallas y pones los fondos o… como Tom Cruise, subirte a un avión e ir a hacerlo. Yo quería hacer la tercera (risas). Y al contrario de lo que hubiéramos pensado las pantallas no eran una opción para el T-38 porque es avión que tiene un cockpit de cristal y que además era oblicuo.

Se requería una pantalla de 360°, arriba-abajo, y lo que se tendría que ver en esas pantallas además lo tendríamos que haber filmado en un T-38 real y tendríamos que subir 8 cámaras a otro avión para hacer esos plates, que llaman a la imagen que va atrás. Al final decidimos hacerlo con green screen, pero lo que sí era importante era generar la luz adecuada porque en la escena el avión va girando y girando.

Construimos todo un aro de luz que tenía una sola luz arriba y daba vueltas 360°, pusimos el avión en la altura, trajeron una máquina de efectos especiales que hace que el avión se pueda inclinar y se pueda mover, pero para hacer eso tuvimos que hacer una previsualización. Es decir, hay que hacer eso en videos para que sepas a qué velocidad, qué lente necesita cada espacio, qué va a pasar con el fondo en cada momento para que la luz esté donde tiene que estar porque si no ¿cómo se mueve la luz si no sabes qué hay en el fondo? …Y ese fue el proceso.

GaF: En la película el papel de la comunidad alrededor de José (familia, esposa, maestra, colegas) habla de cómo los grandes logros individuales están construidos también en el esfuerzo de muchos. Háblanos de tu comunidad como fotógrafa, de tu staff, de esos que acompañan tu día a día en el set.

DL: Los fotógrafos somos los que más tenemos gente a nuestro alrededor. Para que un fotógrafo pueda funcionar necesita dos manos derechas. La primera es su gaffer, que es la persona que se encarga de la luz y esa persona a su vez tiene otras 8 o 10 personas que son los que ponen los tripies, ponen la luz, arman los set con todas las luces. Y luego, al otro lado, tiene a sus operadores que son las personas que físicamente manejan las cámaras, más los asistentes de esas cámaras que hacen, digamos el foco para que veas imágenes nítidas, y luego los segundos asistentes de cámara que llevan todos los reportes.

También ahora hay otra figura muy importante, que surgió en la era digital: el DIT (¡otra mano derecha!), que es el que controla la imagen en el set. Ahora que todas las cámaras son digitales pues uno puede en el set decidir ciertas cosas. La cámara tiene muchísimos settings distintos que si la riegas en uno, tómala. Esta persona se encarga de que todos estos settings estén donde deben estar y además puedes dirigir un poco la imagen y encaminar el color que quieres y hacia donde vas. En realidad yo siempre digo que soy un fraude, que lo único que hago es rodearme de gente talentosa y superviso que hagan bien su trabajo.

GaF: En A Million Miles Away también existe un retrato a la migración, labores en el campo y trabajo infantil. ¿Qué consideraste al momento de construir estas imágenes?

DL: Había una cosa muy importante que queríamos Alejandra y yo y era no romantizar los campos y el trabajo de los agricultores. Los campos, y sobre todo un viñedo, es fácil que se vea romántico y bucólico y aquí ese no era el objetivo. Era importante mostrar el trabajo fuerte. Afortunadamente el día que fuimos se nubló, (aunque) pensamos en filmar con el rayo del sol pleno para que se sintiera este bochorno. También mojamos la tierra para generar mayor pesadez. Las escenas estaban pensadas para filmarse en distintos momentos del día dependiendo del arco dramático que estuviera sucediendo en la historia. Y otra cosa importante era el polvo. Llevamos ventiladores para generar mucho polvo. La escena cuando están en el coche (cuando la familia no recibe el pago por su trabajo) sí tenía que ser una escena muy dura. Salvador (interpretado por Julio Cedillo) le dice cosas a sus hijos muy duras y los niños tenían que ver esa realidad.

GaF: Una vez que recibiste el corte final, comenzó el proceso de la corrección de color. Cuéntanos de los aprendizajes y colaboradores en el proceso.

DL: Yo ya había trabajado con Phaedra Robledo (colorista de la cinta) que me parece una mujer muy talentosa que entiende las propuestas y la imagen muy bien. ¡Y traduce! Es muy difícil tener conversaciones con los coloristas porque tienen que ver con una sensación y esas personas tienen que traducir esa sensación en colores. Con Phaedra tenemos un diálogo ya establecido.

Esta corrección de color fue complicadísima porque teníamos muchísimos efectos. Estuve horas y horas corrigiendo porque es una película que pesa, virtualmente pesa en la máquina. Pero también fue muy enriquecedor porque la imagen venía muy detallada con lo cual sí fue un trabajo como muy de bordado fino. Y aunque yo, desde que estábamos en el set había manado una línea de color con mi DIT (Miguel Ángel Aguilar), con Phaedra nos dió posibilidad de descubrir cosas en la corrección de color que ayudaron.

Claro que es muy distinto un guión que una película editada. Cuando llegas a ver el corte tienes que reinventar el camino y ese arco visual que habías planteado al principio. ¿Cómo vuelves a construir este camino de color? Pues hechas mano de la corrección de color. En A Million… había etapas muy determinadas que afortunadamente sí se respetaron y sí se quedó esa esencia que habíamos planeado.

GaF: Además de películas, ¿qué otras fuentes de referencias sirvieron para tu proceso creativo?

DL: Siento que las referencias las traes en tu cabeza día con día. Todo lo que ves, consumes, haces, son imágenes que vas guardando en tu cabeza… Y que de repente llegan y se aparecen. Nosotros hicimos una visualización muy grande con Manuela (Morales, camera trainee y su asistente) de escenas, que a veces ni siquiera tenían que ver con la película, y que eran más bien sensaciones o ambientes.

A mí me gusta mucho ver foto fija y pintura. Echamos mucha mano de eso, de encuadres, de sensaciones. Y son imágenes, que aparentemente no tienen que ver, pero que generan una emoción o tienen un ambiente que podemos trasladar a lo que estamos haciendo en el momento y construirse en un universo propio. Las referencias son buenas. Todos las tenemos, aunque no lo quieran, porque vivimos en un mundo con los ojos abiertos.

GaF: Durante el rodaje de A Million Miles Away ganaste tu primer Ariel por Noche de fuego y en esos mismos tiempos Ruido experimentó su ruta festivalera. ¿Cómo gestionas, desde tu posición, las vidas de las películas con las que trabajas?

DL: Me gustaría tener mucho más tiempo para disfrutar esa vida que tienen las películas. Además yo no tengo Instagram, así que no me entero de nada (risas). Pero creo que lo que más disfruto es que las películas, una vez que se hacen, tienen una vida propia. Uno siempre habla de la autoría… pero depende de quién las vea y dónde estén. Eso me gusta, que la gente que no tiene nada que ver con el cine me hablé de las películas.

Cortesía Agencia EFE

GaF: En la cinta el evento que inicia el sueño de un pequeño José fue la llegada del hombre a la luna, ¿cuál fue ese evento para Dariela?

DL: No sé… Me gustaría tener una historia iluminativa. Lo que sé es que siempre quise pintar y siempre lo hice muy mal. Dibujo muy mal. Y me acuerdo que cuando mi mamá compró una Polaroid me acabé dos rollos enteros. Estamos hablando de los 80’s, obvio se enojó. Yo no sabía que se podía estudiar cine, yo quería estudiar artes visuales porque me gustaba la pintura. De hecho entré a la Escuela Nacional de Artes Plásticas. Pero luego descubrí que podías estudiar cine y creo que desde que entré me dije ‘me voy a quedar en foto porque me gusta tomar fotos’. ¡Y me gusta dirigir! En la escuela dirigí mucho pero en la foto encontré un lugar, en las imágenes encontré un lugar donde me siento muy tranquila. Y con los años he aprendido a explotar eso en niveles mucho más complejos que lo que naturalmente tendría que hacer un fotógrafo.

GaF: Después de una película como esta, ¿qué sigue para ti? ¿Te interesa seguir explorando en el cine estadounidense?

DL: ¡Sí, claro! Es que tener las herramientas hace la diferencia. A mí me encantaría fotografiarle a Christopher Nolan y Paul Thomas Anderson. De hecho la siguiente película que voy a hacer es toda en Estados Unidos. Y también ahora no es que te tengas que ir ahí, la industria (americana) ya puede venir a ti. Lo que sí me gustaría es seguir combinando las dos cosas, me gustan las dos cosas. Creo también que lo que importa es trabajar con gente con la que quieres. Se necesita estar con gente comprometida, padre, respetuosa, para que los dos aprendan, se arriesguen.

A Million Miles Away se puede ver en la plataforma Prime Video.


Amira Ortiz Azuara

Veracruz, 1995. Escribe sobre cine y las personas que lo hacen posible. Egresada de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García y ganadora de la tercera edición del Concurso de Crítica del Festival Internacional de Cine de Los Cabos.


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