Por: Natalia Albin | @_nataliaalbin
Suprimir instintos y presentarnos con máscaras es parte de la experiencia humana, son mecanismos de defensa y supervivencia. Pero, ¿qué pasaría si dejáramos de sentir inhibición social? En “The Hypnosis”, el primer largometraje del director sueco Ernst De Geer, esta pregunta se explora en una sátira sobre el mundo de las startups, las relaciones y los roles de género.
Vera (Asta Kamma August) y André (Herbert Nordrum) son la pareja ideal, tanto en su vida personal como laboral. Juntos están intentando lanzar una app de salud femenina. Nos adentramos en su vida mientras se preparan para la oportunidad de participar en un fin de semana de presentaciones competitivas para encontrar nuevos inversionistas. Aunque esto es claramente lo más importante en el mundo de André, Vera parece un poco distraída. Tanto es así que en la víspera del viaje, reserva una cita de hipnoterapia para dejar de fumar. En la sesión, se da cuenta que vive para complacer a otros – ya sea a su controladora madre, a sus colegas o a su pareja.
Los resultados de la hipnoterapia son inesperados: Vera se desprende lentamente de su persona socialmente construida y se vuelve más desinhibida, para consternación de André. Al principio esto le funciona. Julian (David Fukamachi Regnfors), el líder del curso, le da cumplidos por ser tan auténtica y natural, incluso usándola como ejemplo para los demás emprendedores. Pero poco a poco, mientras Vera empieza a actuar como una niña llena de imaginación y confianza (adopta a un perro invisible, se sirve leche en vasos de vino y siempre dice lo que opina), André, Julian y los inversionistas empiezan a perder la paciencia.
El privilegio del cuál viene Vera no pasa desapercibido. Se insinúa que sólo consiguió la oportunidad de tener inversionistas gracias al dinero de su madre. Internamente ella también se tiene en un pedestal moral como alguien que puede ayudar a otros, incluyendo André, tan sólo por tener el dinero para hacerlo. En un punto de su desinhibición se burla de su novio por tener padres que viven en una casa flotante. abriendo las preguntas: ¿Qué tanto podemos ayudar a personas que vemos con lástima? ¿Qué tan fácil es caer en el rol de salvadores por querer un tipo de superioridad moral?
Aunque vale la pena decir que ambos actores se pasan la batuta constantemente para cargar la película, no podemos ignorar que quién lleva la narrativa es Vera en lugar de André. Vera, quien es la cara de una start up para mujeres. Vera, quien creció adinerada y privilegiada pero siempre sumisa a otros. Vera, quien es mujer.
André no es, en ningún momento, sexista, y se mantiene en un pedestal moral convencido de que lo único que quiere es ayudar a mujeres en países menos privilegiados. Pero, como cualquier buena sátira social, el guion de De Geer y Mads Stegger, nos hace ver que todos somos víctimas del sistema. André disfrutaba tener control en la relación, quiere la gloria que viene con la tóxica industria tech y está dispuesto a comprometer verdades con tal de conseguirla. Es una confrontación tanto a él como a la audiencia que una mujer asertiva y desinhibida nos incomode de tal manera.
Como las películas de su compatriota, Ruben Östlund, Ernst De Geer usa la comedia seca y el humor negro para demostrar lo ridículos que pueden ser los humanos con nuestras múltiples máscaras y personalidades que al final sólo nos dejan en una olla de presión. Es interesante ver una tésis sobre qué pasaría si al fin explotara. Preguntarnos cuál es nuestra verdadera naturaleza sin la necesidad de conformarnos con nuestros roles sociales, ya sea como hija, madre, pareja o cualquier otra etiqueta.
Natalia Albin
Es una escritora y emprendedora mexicana viviendo en Londres. Sus escritos generalmente examinan las conexiones entre justicia social, inmigración y feminismos con cine, arte y cultura.
Girls at Films 
Deja un comentario