Film Review: Everything Everywhere all at Once – la mejor película del multiverso que ha salido hasta ahora

Por: Itzel Amieva |@itzalafur

Daniel Kwan y Daniel Scheinert (usualmente denominados «Daniels«) se han encargado a lo largo de su carrera en conjunto de crear contenido fundamentalmente sátirico y poco convencional. No hace falta más que echar un vistazo al videoclip de «Turn down for what» de DJ Snake (2013) o su ópera prima Swiss Army Man (2016) cuya premisa sigue a un personaje que se hace amigo de un cadáver flatulente que de cierto modo cobra vida.

Sin embargo, pese al cariño con el que se recibió su primer filme, no era del todo esperado que su apenas segundo proyecto Everything Everywhere all at Once fuese reconocido por muchos como un clásico instantaneo o que estuviese siquiera compitiendo frente a blockbusters enormes para consgrarse como la mejor película cuya trama se desenvuelve en el multiverso. Y de eso no cabe duda alguna porque se trata de un filme tan caótico como su título lo indica, pero con la belleza creativa más interesante que he visto en años. El simple hecho de que sea tan alucinantemente original ya resulta una especie de milagro cinematográfico frente a filmes con presupuestos que le sacan varios millones de ventaja (sí te estoy viendo a ti Marvel) pero cuyas ideas distan de nacer de mentes tan creativamente sedientas.

¿De qué trata esta película bizarra y única y por qué es exactamente tan especial? El argumento es muy sencillo. Evelyn Wang (fantásticamente interpreatada por Michelle Yeoh) es una mujer China-Americana que está en aprietos con la IRS — la agencia de recaudación de impuestos gringa — y que tiene que presentar una serie de documentos para evitar ser auditada por su pequeña lavanderia. Sin embargo, tras algunos minutos, Evelyn se enfrenta a una serie de problemas que escapan el cubículo de la auditora (Jamie Lee Curtis) y la situan en un multiverso necesitado de su ayuda. De la mano de su esposo, Waymond (Ke Huy Quan), quien en una realidad paralela dista de ser el curioso y amable individuo que les pega ojos de plástico a ciertos objetos para hacerlos parecer más alegres, Evelyn se convierte en la única esperanza que puede salvar al multiverso de su destrucción. Y la razón por la cual Evelyn es la única resulta tan simple como hermosa. Ante una serie de multiversos potencialmente infinitos, la única Evelyn capaz de semejante hazaña es algo así como aquella que mejor juega el rol de ser el peor fracaso posible. Dicho de otro modo, la suma de potencial y oportunidades perdidas que fue acumulando durante toda su vida la vuelven perfecta para adquirir todo el potencial de sus otras y mejor realizadas versiones. ¿Y a quién no le gusta creer que pese a que todo vaya mal igual de algo sirve todo eso? 

Filmes como Everything Everywhere all at Once se hacen con un presupuesto limitado pero con mucho corazón detrás — basta simplemente entender que el equipo de animación constaba de un par de personas y además no del todo profesionales — y por ello resulta todavía más emocionante observar cómo Evelyn salta entre mundos. En un momento está en la oficina de impuestos y en otro es una superestrella, en otro mundo se ha enamorado y partes de su cuerpo han cambiado por completo y en otro se convierte en algo muy similar a un objeto inanimado. Y, sin embargo, pese al caos absoluto, casi natural de cualquier historia enredada en el concepto del multiverso, Everything Everywhere all at Once se desenvuelve poco a poco con un cuidado absoluto en la trama. Así, Daniels van conectando de manera casi perfecta el humor negro (no habrá que olvidar su ópera prima involucra a un cadáver que se pedorrea) con el deseo natural de entender cuestiones peculiares de la naturaleza humana como la importancia de la familia, lo belleza en lo rutinario y mundano, así como la inquebrantable actitud de siempre intentar ver el lado bueno de las cosas. 

Porque, al final, pese a que el concepto de multiverso conlleva un número infinito de posibilidades, dicho constructo mental deja de ser del todo atractivo cuando se llega a la conclusión de que el universo, tal como es ahora, tampoco está tan mal. Se trata, pues, de un filme que logra reconciliar de manera magistral lo finito y simple, incluso aburrido, de nuestras vidas frente a la infinidad de su potencial. Porque aunque no sepamos a ciencia cierta si hay versiones más eficientes o más grandilocuentes que las que somos ahora, con algo de bondad, o un tercer ojo falso pegado en la frente, existe la posibilidad de que este universo sea realmente el único que necesitemos. 

Itzel Amieva

Maestra en Filosofía y Economía por la Universidad de Bayreuth, Alemania. Es una cinéfila apasionada con un interés particular en todo lo relacionado con tecnología y la arquitectura de decisiones. 

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