Film Review #FICM2025: Vainilla – Un retrato íntimo de la memoria y la vulnerabilidad femenina

Por: Daniela Amores

El Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), se caracteriza por siempre tener una selección excepcional, muchas de estas, películas extranjeras que las y los cinéfilos esperan con ansias pero también, el festival nos presenta la oportunidad única para poder ver una gran variedad de cine mexicano, tanto cortos como largometrajes, que muchas veces no llegan a todos los cines de la república. En esta edición nos encontramos con filmes que no solamente nos encantaron, sino también se van a quedar en nuestras mentes y corazones por mucho tiempo. Una de ellas es, ‘Vainilla’, el debut como directora de la actriz coahuilense Mayra Hermosillo.

La historia se centra en una familia de 7 mujeres y su lucha por salvar la casa en la que habitan todas, casa que está a punto de ser embargada por un gran adeudo. La mayor parte del tiempo, vemos esta travesía y el sentir de ellas a través de los ojos y la pequeña cámara fotográfica de Roberta de 8 años, siendo también la integrante más joven. Antes de comenzar la función, Mayra nos dio una breve presentación y dijo algo muy importante: “No esperen una historia fantástica, es una historia sobre lo cotidiano. Esta historia es sobre mi familia, sobre una experiencia real y sobre lo que sentí cuando era una niña”, lo que significa que, Roberta sería una representación de ella.

Mayra no nos abre únicamente la puerta de su casa en el Torreón de los 90’s, sino también la de su alma y nos deja entrar a un lugar tan íntimo como vulnerable para ella y para quienes hemos crecido en hogares matriarcales, junto a mujeres diversas, complejas y reales. Alicia, Limbania, Georgina, Concha, Tachita, Manuela y Roberta, son quienes en realidad transforman esa casa en un hogar, a través de la resiliencia, de la empatía, de su dolor, pero también de algo más fuerte y que se nos comunica en cada pequeño detalle que compone a ‘Vainilla’: el amor.

A pesar de la obvia ausencia paternal, pareciera que todas encontraron una forma de poder construir y reemplazar esos vacíos, ya que, aunque en alguna parte de la cinta hay un momento en el que Roberta habla por teléfono con su padre, se nos enseña que este tiene otra familia conquienes sí vive y se responsabiliza. Este es el mismo caso con el padre de Manuela, y con prácticamente cada una de las mujeres de esta historia. Esto, por supuesto afecta la vida de Alicia, quien con mucho esfuerzo y con apoyo de su pareja, Arturo, está a punto de tener su propio centro de revelado. Por otra parte, Limbania, o como le llaman la mayor parte del tiempo “Limbi”, es mesera de un bar/cantina local, que parece no ser bien remunerado, además de que esto le ha ocasionado problemas con el alcohol y por ende, económicos y emocionales. Es importante mencionar que alcoholismo en esta cinta es retratado con sensibilidad y la empatía necesaria, sin estigmas y sin revictimizar, se menciona lo solitario que puede ser sufrir una adicción y lo esencial que es rodearte de un círculo seguro para cobijarte y poder atravesar por esta.

A Concha, la madre de Limbi, la vemos siempre muy arreglada y en constantes reuniones con sus amigas/vecinas, quienes por lo que podemos observar, son personas de clase media alta para ese entonces, así que lo que hace Concha es, cautelosamente siempre llevarse un “recuerdito” de las casas de sus amigas, ya sean joyas o alguna otra cosa. Y sí, al final nunca la descubren. Georgina, madre de Alicia es azafata, por lo cual ella siempre está trabajando para poder aportar a la casa. Finalmente, Tachita, a pesar de no ser miembro sanguíneo de la familia, ella ha vivido por años y cuidado a dos generaciones, porque como ella lo menciona en una línea: “Una está en donde quiere estar.”

Todas estas mujeres, desde sus contextos y vivencias, hacen una lucha incansable para poder sostener el hogar que poco a poco han construido, para poder darles un vida digna y feliz a las más pequeñas y sobre todo, para no perder el único espacio que les queda y que les pertenece. El hogar que se ha convertido en ese espacio seguro, en uno que alberga tantas memorias, tantas experiencias y tantas vidas. Desafortunadamente nunca ha sido y es, hasta la fecha, tan fácil para nosotras y eso se deja muy claro en ‘Vainilla’ pero aunque suene a un cliché, también es cierto que a pesar de todo, si estamos juntas, todo parece ser posible.

Al finalizar la función, Mayra Hermosillo respondió algunas preguntas y externó su sentir sobre lo que significó para ella el proceso de filmación de ‘Vainilla’. Ella menciona que toda la realización fue una experiencia de reconciliación con su pasado y con algunas personas que se quedaron en este, por ejemplo, su padre, con quien menciona haber tenido una llamada telefónica 12 años después de la edad que ella tenía en la cinta, llamada en la que su padre le ofrece una disculpa por haberse ausentado tantos años, pero que al final de cuentas, quizás fue lo mejor que pudo haber sucedido y Mayra concuerda con esto. Y es que, aunque la crianza que recibimos por parte de nuestras madres y padres nos marca, también lo hacen las ausencias.

También cuenta que la relación con su bisabuela siempre fue así de complicada como se representa en la pantalla, “Yo sentía que ella me odiaba” aseguraba, hasta que se convirtió en adulta y entendió que quizás habían otras razones y experiencias que la habían transformado en una mujer dura y “cabrona” como le llamó. Por eso mismo, cuenta que el trabajo realizado junto a Rosy Rojas, dentro y fuera del set, fue una parte importantísima de este proceso de reconciliación al verla representada en ella. “No creo que hubiese otra actriz que pudiera representar a mi bisabuela como lo hizo Rosy, con todo el respeto que se merecen todas”, y es que, el personaje de Concha, así como el de todas, es complejo, sin embargo, al ser probablemente la mujer más grande de la familia, el contexto en el cual creció, la ha convertido en esta mujer dura y un tanto cruel, pero al mismo tiempo y a solas, sensible.

Ver historias como ‘Vainilla’’ no solamente en esta edición, sino en el archivo del cine mexicano contemporáneo se siente muy refrescante. Y sin duda aquí, vamos a encontrar a mujeres que nos resultan muy familiares, mujeres con las cuales incluso crecimos y recordamos con cariño. Definitivamente Mayra nos presenta una ópera prima cargada de sensibilidad y sabor dulce, que definitivamente vale la pena ver. Porque como ella lo mencionó antes de comenzar la función: “No esperen una historia fantástica, es una historia sobre lo cotidiano”, lo que vuelve fantástico al cine y lo cotidiano es precisamente la cercanía, el vernos y sobre todo, encontrarnos en historias como esta, volver a nuestros recuerdos, resignificarlos, abrazarlos y llorar junto a ellos, entender lo que quizás nuestras madres, abuelas, tías y hermanas pudieron haber sentido, y de vez en cuando, comernos una nieve de vainilla junto a ellas para celebrar a donde, años después, nos han llevado los caminos de la vida.


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