Por: María Alejandra Bernedo
Bérénice Bejo es una actriz francoargentina reconocida por su papel de Peppy Miller, protagonista del film ganador del Oscar en 2012, The artist, dirigido por su esposo, Michel Hazanavicius. Ella viene de una familia argentina que tuvo que dejar su país a la fuerza, escapando de la dictadura militar, y vivió en Francia desde entonces. La más reciente película protagonizada por Bérénice, México 86 (2024), del cineasta guatemalteco-belga César Díaz, cuenta la historia de María, una revolucionaria guatemalteca que presencia el asesinato de su esposo y huye a México, dejando a su hijo pequeño con su madre, para intentar seguir luchando desde ese país para derrocar a los dictadores de Guatemala. El personaje de María está inspirado en la propia historia de la madre del director.

Durante la visita de Bérénice Bejo a Lima, Perú, como invitada de honor del 13° Festival de Cine Francés, pudimos conversar con la actriz sobre este y otros temas relacionados al cine, la maternidad, las mujeres en el medio artístico y la esperanza de un mundo mejor.
Mariale Bernedo – GAF: México 86 explora la relación entre una madre y su hijo, pero también la relación de la activista con su propia madre y, al mismo tiempo, la relación que tiene el director César Díaz con su madre entonces. Desde tu propia experiencia de la maternidad, ¿cómo has relacionado esto para poder crear al personaje y qué te interpeló de la experiencia de la madre de César Díaz con respecto a ti?
Bérénice Bejo: La primera vez que vi a César hablamos de eso. Me dijo que él, cuando era pequeño, no entendía cómo su madre podía haberlo dejado con su abuela e irse a luchar. Me decía “yo tengo dos hijos pequeños” -tenían 12 y 4 años en esa época- “y yo nunca los podría dejar”. Y a mí también me parecía imposible. Una cosa muy importante de la película era que no queríamos que la gente juzgara a María como una mala madre. El trabajo realmente era entrar en la cabeza de esta mujer, tratar de entender sus conflictos y hacer el camino con ella… Es un personaje de mucha contradicción, porque para luchar por un mejor mundo, no puede ocuparse de su hijo. La película salió en un momento en el que Europa está viviendo algo muy particular. Realmente nuestra democracia está muy fragilizada. De manera un poco increíble, es como que la película nos permitió a César y a mí ver las cosas un poco diferente. Pensaba “¿y qué hacemos nosotros que somos franceses (o él belga), qué vamos a dejar o sacrificar para mantener todo lo que se construyó en Francia, la libertad de expresión, la libertad de ser, la democracia, la laicidad?” Cuando trabajo un personaje, en realidad, pongo de mí, pero aquí no puse mucho de mi relación con mis hijos. Era más mi relación con mis padres, tocar cosas que quizás mis padres habían vivido: dejar un país por otro, decir adiós a la familia, a una carrera o a una cultura. También está ese conflicto entre querer ser lo que sos, tener un hijo, querer educarlo, pero no dejar de lado lo que sos. Yo tuve a mi madre todo el tiempo diciéndome “los hijos tienen que seguir a los padres, y no hay que sacrificarse por los hijos”. Ahora creciendo y teniendo hijos, también entiendo que cuando decía que no hay que sacrificarse, no quiere decir que no haces compromisos, claro, pero no te sacrificas, digamos. También tuve la suerte de estar con Michel [Hazanavicius] cuando estábamos haciendo The artist y fuimos a los Oscar. Justo nació mi hija, tenía como tres semanas cuando teníamos que ir a los Estados Unidos para hacer la promoción de la película. Yo le dije “bueno, me quedo con ella y vos te vas”. Y él directamente me dijo “pero no, vos te venís conmigo, ella va a estar bien con los abuelos, y cuando crezca, va a estar muy orgullosa de ver a su papá y su mamá en los Oscar, y todo esto vos no te lo perdés”. Y entonces me fui y dejé a la hija con mi madre. Pero en los Estados Unidos todo el mundo me preguntaba a mí dónde estaba mi hija y nadie le preguntaba a Michel eso. Era muy interesante, y yo decía “pero bueno, yo estoy trabajando y mi hija está bien”, pero la culpabilización es solo para la madre. México 86 habla de eso también, de dar las posibilidades a las mujeres de pensar que ellas también pueden no ser nada más definidas como madres. Un hombre padre se va a luchar y la sociedad no le pone una culpa. Así que, si una mujer lo siente, lo tiene que hacer. El mundo está cambiando y esperemos que también las mujeres puedan hacer lo mismo, porque para los hombres es muy difícil también irse, luchar, morir…

Comentaste cómo te relaciona esto con las imposiciones a ciertas “obligaciones» de las madres dentro de la visión más tradicional. Por otro lado, ¿cómo te ha relacionado esta película con la realidad latinoamericana, con tu propia identidad relacionada al territorio sudamericano?
Bérénice Bejo: Es verdad que cuando César me propuso hacer esta película, yo hasta hace poco no quería realmente hacer películas sobre la dictadura. Yo sentía que mis padres no iban a ver la película que era un tema muy complicado para ellos. Después, llegó la película de César, y pensé “ay, es como la misma historia, pero no es la mía”, así que me puedo esconder atrás de esta historia. Como que estaba lista para hacerlo, para mostrarla a mis padres y quizás. No sé hablar de esos temas con mi familia y bueno, lo hice. Fue interesante porque para mi mamá fue muy difícil ver la película, me di cuenta. Hablamos y todo, obviamente. Creo que hace, quizás, 15 años atrás, no la hubiera hecho. No estaba preparada, porque fue fuerte igual trabajar esa película, tocar esos temas de luchar, sacrificios, amigos que se mueren, deja un país, no tener familia, todo eso. De alguna manera era algo que conozco en mi familia.
¿Ahora tú volverías a hacer un papel así, o sientes que esta es una ocasión que ha demandado tal vez mucho esfuerzo para ti y preferirías ir por otros papeles?
Bérénice Bejo: Contar otra vez algo de América Latina… realmente tendría que ser desde otro punto de vista, obviamente. Claro. Sí, porque este papel fue muy fuerte, muy importante para mí, no lo voy a hacer como dos veces. Además, si no, tienes la sensación de hacer el mismo personaje. No es tanto por lo del trabajo emocionalmente, porque bueno, ese es mi trabajo, no me molesta volver a esas emociones, pero ese tema ya lo hice una vez.

¿Harías de nuevo más películas en español? Esto, dado que tú cine está más orientado a Francia y en francés, o quizás no es algo que tú estés buscando hacer.
Bérénice Bejo: No, no. Yo vivo en Francia y cuando fui a filmar México 86, me fui tres meses de mi casa y esas son cosas que no hago. Cuando lo hago, es porque es un proyecto que realmente es importante, pero no lo suelo hacer seguido porque siendo una persona muy atada a mi familia, a lo que tengo en Francia, y no me gusta irme así por mucho tiempo. No es porque soy una mujer, es porque soy lo que lo que soy y no me gusta irme demasiado.
¿Y cómo ves el escenario actual del cine francés en cuanto a la realidad de las actrices y del trabajo actoral en Francia?
Bérénice Bejo: Está yendo bien, mucho mejor que cuando empecé. Las mujeres de 40-50 años están trabajando más que antes. Hay cosas que cambiaron. Por ejemplo, yo me acuerdo que cuando era pequeña, los hombres de 45, si tenían pareja, era una mujer de 25. Bueno, eso hoy es algo que no pasa más, y hay que decirlo, porque es algo que cambió mucho. No terminamos la lucha, pero estamos luchando. Pero también, lo que pasa ahora en Europa, todo lo que hicimos hacia adelante, ahora estamos volviendo un poquito para atrás. De Trump no se puede decir que haga bien al feminismo. Todo ese mundo que se está como más conservador no nos hace bien a las mujeres, a los homosexuales, a las minorías. Cuando hay demasiado hombre «fuerte» y que son muy dictatoriales, nos hace mucho daño.

Bérénice Bejo: ¿Y sientes que el cine tiene tal vez la capacidad de hacernos más decididos a empujar estas luchas?
Yo creo que cada uno sí se queda con algo. También hay personas que dicen “no, no, el cine es nada para divertirme”. Pero algo infunde en ellos. Ahora, aunque nada más miraras películas de Avengers, igual te daría alguna idea qué hay que hacer o no hacer. Para mí, cada película es política. Cuando hago una película es que adhiero al cien por cien a las ideas de la película que hago. Creo que sí, que las películas te dan la posibilidad de sueños, de nuevas ideas, de cosas a las cuales no habías pensado. Por ejemplo, México 86 te da la posibilidad, siendo una mujer, de pensar que podés luchar por una idea en la que crees y que podés dejar ese lado tuyo de madre, sacrificarlo un poco, como lo hacen los hombres desde siempre. Me parece que es importante luchar por la igualdad. Tendríamos que luchar también por esa igualdad en momentos de guerra. Ahora estamos pensando en Europa si es que vamos a ir a la guerra o no, o no sé qué. Hay muchas mujeres que lucharon en la Segunda Guerra Mundial en Europa, hay muchas historias de mujeres jóvenes, viejas, de diferentes clases sociales, que fueron muy grandes resistencias. Hay que hablar mucho más de esas personas… porque las mujeres son mucho más inteligentes que los hombres (risas).









Debe estar conectado para enviar un comentario.