The Final Cut: Mujeres y disidencias en Star Wars – La configuración del género en una galaxia muy, muy lejana

Por: Andrea Monserrath

Star Wars no es solo una franquicia cinematográfica: es un universo mitológico que ha moldeado el imaginario colectivo de varias generaciones. Te guste o no, hayas visto las películas o no, conozcas todo el lore o sólo lo básico, Star Wars es un referente cultural.

A través de sus personajes, tramas y galaxias, también ha transmitido (y reproducido) ideas sobre el poder, el género, la otredad y el heroísmo; algunas novedosas y otras no tanto… Ante estas dicotomías, esta es una lectura desde el enfoque de género, que nos permite pensar cuáles son los discursos que transmite la saga sobre las mujeres, las disidencias sexuales y lo que habita la periferia (galáctica).

Stills: Disney. Imagen por Yeider Chacon

De la damisela en peligro a la general de la Resistencia: Leia Organa

Leia es uno de los personajes más icónicos de la saga; probablemente un icono en el mundo del cine y de la cultura pop. En su primera aparición, cumple con el arquetipo de la «princesa» atrapada, pero rápidamente lo subvierte: no espera ser salvada, sino que toma el bláster, organiza la huida y lidera la resistencia. A lo largo de las trilogías, su figura se complejiza: de prisionera a senadora, de líder rebelde a general; un personaje con muchos matices y lecturas.

Leia redefine el concepto clásico de princesa al ejercer poder político, mostrar autoridad sin masculinizarse y resistir la objetivización del male gaze en el cine. En el episodio VI, el traje de esclava de Jabba se ha convertido en un símbolo de la sexualización del cuerpo femenino en el cine, pero también es resignificado como un momento en el que Leia no fue una víctima pasiva, sino es quien asesina a su captor con las cadenas que la aprisionan. Una imagen de resistencia y emancipación; no sólo simbólica sino dentro de la narrativa, matando a una de las criaturas más temidas en la galaxia.

Still: Disney

En las secuelas, Leia evoluciona hacia un liderazgo que ya no busca validación. A raíz de que su participación en la política le fuera arrebatada tras la revelación de Darth Vader como su padre biológico, Leia continúa tomando agencia. Como General Organa su autoridad y convicciones surgen de su historia y los valores heredados por su madre Padme (indirectamente) y su padre adoptivo, Bail Organa.

Al convertirse en General Organa, Leia sigue desafiando las expectativas impuestas sobre ella, sin embargo, la narrativa la condena a la maternidad al igual que Padme. Un rol que a menudo, subordina y sostiene a las mujeres bajo la mirada patriarcal, la maternidad coloca a Leia en una posición en la que, como madre de Ben Solo, luego Kylo Ren, su rol como líder se ve eclipsado por la tragedia familiar, un asunto doméstico; lo que finalmente la lleva a sacrificarse como madre abnegada por la redención de su hijo. 

Su figura transita entre lo arquetípico y lo moderno, y su legado simbólico permanece vigente como una forma de poder que no se masculiniza en busca de validación, sino que es capaz de reconciliar poder y ternura, liderazgo y vulnerabilidad; esto la convierte en una Otredad, no sólo por su género sino por cómo lo performa. Leia encarna lo que Donna Haraway llama “figuras de articulación”: sujetos que pueden ocupar múltiples espacios de poder sin perder la tensión crítica entre ellos. Es guerrera, pero también cuidadora; poderosa, pero también vulnerable.

Leia es un personaje que bien puede ser un avance feminista en el cine pero que sigue cayendo en lugares comunes y nos permite abordarla con matices y crítica para comprender las cadenas que sujetan a la feminidad bajo la mirada patriarcal de la narrativa.

Still: Disney

Entre el espacio público y privado: Padmé Amidala

Padmé aparece en la trilogía de precuelas como una figura de poder político que desafía la expectativa de género desde el inicio. Es electa como reina a una edad muy joven, lo que en un primer momento puede parecer capricho del guion, pero que puede leerse también como una crítica al adultocentrismo y al desprecio por la voz de las mujeres jóvenes en espacios de poder.

Como reina y luego como senadora, Padmé no solo participa en decisiones clave —como la moción de censura contra el Canciller Valorum o la defensa de Naboo con las doncellas reales—, sino que representa una forma de liderazgo ético, pacifista y profundamente estratégico. Es una figura que articula discursos, propone soluciones diplomáticas, y no teme posicionarse ante las injusticias y malas prácticas del Senado; siendo un símbolo de revolución frente a lo establecido.

Y, sin embargo, no es solo una mujer de política. También es una mujer capaz de quitarse el manto de reina, literalmente, cuando intercambia lugar con Sabé. Se disfraza como una de sus doncellas, toma un bláster y sale a defender sus ideales. En ese momento deja de hablar solo desde la palabra y se posiciona con el cuerpo: cruza el límite entre el espacio público y el privado, entre el rol simbólico de la monarca y la acción directa de una joven que no le teme al conflicto.

Más adelante, como senadora, esta misma agencia se mantiene: cuando intentan protegerla y le advierten del peligro que corre, Padmé decide aún así ir a salvar a Obi-Wan. No acepta ser tratada como un objeto al que hay que cuidar; toma sus propias decisiones y asume los riesgos. De nuevo, renuncia a una posición pasiva y reafirma su autonomía. 

Además, Padmé no solo pone su cuerpo en riesgo en el espacio político y público, sino también en el privado: al embarazarse, actúa desde un lugar que también es corporal y profundamente simbólico. Ese embarazo no sólo es resultado de la conexión y el legado que construyó con Anakin, sino un acto narrativo crucial, ya que es quien da vida a Luke y Leia, quienes continuarán la resistencia. Así, su cuerpo no solo lucha: también gesta el futuro de la galaxia.

A pesar de ser una mujer poderosa y con posturas políticas firmes —que incluso la llevan a confrontar a Anakin en muchas ocasiones—, es arrastrada al arquetipo de la madre y esposa sacrificada: que muere tras “perder la voluntad de vivir” como señalaron los droides. Como señala Teresa de Lauretis: “las mujeres en las narrativas patriarcales pueden comenzar con agencia, pero su historia siempre es absorbida por el camino del héroe masculino”. 

Su muerte representó un desperdicio de todo lo que su personaje había construido. Padmé, que siempre fue obstinada, que jamás cedió ante las adversidades políticas ni las amenazas de conflicto, bien podría haberse aferrado a las ganas de luchar, no a las de morir.

Sin embargo, su muerte puede leerse también como el efecto de ver a quien ama convertirse en aquello que ella siempre combatió. La muerte de Padmé puede interpretarse simbólicamente como el perder a Anakin y a la vez,  lo que sucede en paralelo al nacimiento de Darth Vader: :el desmoronamiento de la justicia y la República como ella la defendía. como la conocía

El desenlace, aunque trágico y atravesado por experiencias que se adhieren a personajes femeninos, demuestra que hasta el último momento, Padmé se mantuvo posicionada ante lo que creía correcto y se iba a negar a seguir el rumbo de Anakin. Un legado potente que Leia continuó desde sus trincheras: luchando contra lo que su madre intentó detener. 

Fotogramas The Last Jedi y Ahsoka. Disney

Rey y Ashoka: el falso empoderamiento vs la emancipación anarquista

Rey fue celebrada como la gran priotagonista femenina de la nueva trilogía. No tenía mentor masculino en un inicio, no dependía de un linaje y no estaba motivada por una relación romántica. Es hábil, decidida, y carga el peso del relato sobre sí misma. Sin embargo, en The Rise of Skywalker, se revela que es nieta de Palpatine. Esta decisión narrativa reintroduce una lógica de legitimación: el poder sólo es válido si es heredado. Así, el potencial revolucionario de Rey —una heroína sin pasado, que se hacía a sí misma— se ve atravesado por una narrativa que insiste en atarla a una genealogía masculina.

Su conexión con la Fuerza no pasa (al menos en un principio) por un maestro, sino por la intuición, por la experiencia corporal. Pero cuando el guion la vincula con Palpatine, su historia ya no es simplemente la de una mujer fuerte, sino la heredera de un linaje oscuro que debe redimir. Su final —adoptando el apellido Skywalker— puede leerse como una apropiación simbólica del legado, pero también como una negación de su propia historia. ¿Por qué no puede ser simplemente Rey?

Desde la crítica feminista, esto refleja lo que Sarah Banet-Weiser denomina “empoderamiento popular”: una estética del poder femenino que se vende como revolucionaria, pero que no rompe con las estructuras patriarcales que la contienen. Rey es una figura con potencial, pero aún atrapada en un relato que no termina de confiar en que una mujer puede ser protagonista sin permiso ni legitimación de las precuelas.

En contraposición, hay otro personaje femenino que permite una lectura desde el género, la mirada masculina y la Otredad: Ahsoka Tano. Un personaje femenino que representa una forma de autonomía que escapa tanto a los linajes como al empoderamiento superficial. Introducida en los márgenes del canon, The Clone Wars como padawan de Anakin Skywalker.

Ahsoka rompe con los arquetipos tradicionales al tomar una decisión ética radical: abandonar la Orden Jedi después de ser acusada injustamente. Este acto de ruptura es profundamente político, pues representa la renuncia a una institución que ya no refleja sus valores. Incluso narrativamente, Ashoka se desvincula de la narrativa del personaje masculino que la sostiene a la línea principal y emprende su propio camino, independiente; a pesar de que su vínculo a través de la Fuerza se mantiene, no la define. 

En las recientes producciones, Ahsoka se presenta como una mujer madura, autónoma, que ha desarrollado una ética propia más allá de la Fuerza como dualidad absoluta entre luz y oscuridad. No se alinea ni con el dogma Jedi ni con el Sith, lo que la convierte en una figura profundamente política, que escapa a los binarismos clásicos de la saga; lo cuál proporciona una dimensión disidente que se contrapone a la hegemonía moral, de género e incluso del canon. 

Mientras Rey es absorbida por la narrativa del legado, Ahsoka lo rechaza y transforma. Su poder no es un privilegio heredado, sino una decisión política. En ese sentido, Ahsoka encarna una forma de poder desde la Otredad: situada fuera del centro, desde donde cuestiona y reimagina las estructuras morales, políticas y de poder dentro de la galaxia pero sin ser desdibujada o eclipsada por la narrativa, sino actuando bajo sus propios términos. 

Montaje Lando Calrissian y The Rise of Skywalker. 

Disidencias en la periferia galáctica: el queerbaiting

Durante mucho tiempo, Star Wars ignoró por completo la existencia de personajes LGBTQ+, a pesar de imaginar a cientos de especies, formas y colores. La primera insinuación vino con Lando Calrissian, cuando el guionista de Solo declaró que era pansexual. Sin embargo, esta pansexualidad nunca se muestra en pantalla; se reduce a un comentario para medios, una «diversidad performativa».

En el episodio IX The Rise of Skywalker, se visibiliza un beso lésbico en el fondo pero aun así, se mantiene en la periferia de la narrativa. De acuerdo a las propuestas de José Esteban Muñoz, lo queer en Star Wars no es un presente habitable, sino un horizonte utópico que apenas se insinúa.

Estas representaciones nos permiten pensar en lo simbólico de la otredad sexual en la saga. Lo queer no se integra al centro de la épica, sino que se mantiene en los márgenes, reforzando la idea de que el canon heroico sigue siendo cis, heterosexual, blanco y masculino. No obstante, estas pequeñas grietas abren la posibilidad de imaginar futuros alternativos, narrativas donde las disidencias ya no sean solo excepción, sino parte orgánica del universo.

Y en una galaxia no muy lejana… 

Star Wars ha sido, desde sus inicios, un espejo de su tiempo. La inclusión de personajes femeninos poderosos como Leia o Rey, o de figuras disidentes, representa un avance en la representación. Las mujeres y disidencias en Star Wars han sido símbolos de poder, rupturas y también contradicciones con límites claros y atravesados por la mirada masculina: el empoderamiento está condicionado, la diversidad se reduce a un gesto simbólico, y los discursos de género a menudo se reinsertan en estructuras tradicionales.

No obstante, estos personajes femeninos -con todas sus fallas- les enseñaron a muchas niñas que podían opinar, tomar decisiones, ocupar espacios públicos y de poder, gobernar, dirigir, pilotear, ser fuertes, luchar y tener una voz que merece ser escuchada. La representación en una industria dominada por lo masculino en el centro permite dar un paso adelante, matizar y observar lo que representa no solo en su contexto, si no para poder imaginar el futuro. 

Es importante leer estos elementos con mirada crítica, pero también reconocer que Star Wars ha abierto posibilidades, sobre todo al ser una franquicia de tanto impacto en el mundo del cine y la cultura pop de imaginar una galaxia (ojalá no tan lejana) que nos permita habitar y representar a las mujeres y disidencias así como desdoblarse de la mirada masculina y las narrativa patriarcales y hegemónicas. 

Referencias:


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