Por: Leonor Hernández Peña | @tmbnLNR
¿Qué pasa cuando los agresores no lucen como siempre nos los han descrito? ¿Cuándo te das cuenta que puede ser cualquier persona? Incluso pueden lucir como las personas con las que creces y compartir sangre. Los espacios seguros también pueden llenarse de violencia y los sentimientos de seguridad se transforman en peligro e incomodidad.

Rose y Sam comparten un lazo muy fuerte de hermanos, ambos ven por el otro y existe una confianza que sólo nace de crecer con una persona. Rose presencia un encuentro extraño entre Sam y una mujer desconocida una noche, no tiene la suficiente información, alcanza a cruzar miradas con ellas al momento de que esta sale, pero no cuestiona nada, podría ser cualquier cosa. Días después, le comunican a Rose que Sam ha sido denunciado por violación y ella tiene que dar su testimonio.

The Good Sister aborda la experiencia de Rose al enterarse de los actos cometidos por su hermano, es su viaje emocional y para la directora Sara Milo Fischer es más importante navegar en el área gris de lo que Rose piensa sobre la situación y su posición de tercero, cualquier cosa que diga puede determinar el estatus de su hermano dentro del caso y beneficiar o afectar a la víctima.
Después de que el lazo de confianza se rompe, lo que Rose siente por Sam cambia constantemente. Al principio, es su hermano e intenta no cuestionarlo porque ella lo conoce, él “no sería capaz” de cometer algo así, pero Rose comienza a armar el rompecabezas de lo que presenció cuando escucha la declaración de la víctima, ahora su hermano no es la misma persona que conocía. Todas esas historias de víctimas y denuncias tienen otro sentido, Rose confronta todo lo que había conocido. Gira alrededor de la idea de que no puede traicionar a su hermano, pero ella como persona y mujer no debería darle la espalda a otra víctima.

La incertidumbre que Rose siente se la contagia a la audiencia, no podemos predecir su siguiente paso, sentimos la posición en la que se encuentra, la relación que nos había presentado entre Rose y Sam nos complica juzgarla (aunque sabemos la respuesta al dilema moral desde un punto objetivo). La cámara y los silencios crean una atmósfera claustrofóbica, nos aíslan con Rose para acomodarnos en su espacio mental y sofocación.
La película se vuelve tensa y nos hace confrontarnos entre lo moralmente correcto y la parte emocional de la situación. Milo Fischer coloca a Rose en distintas situaciones a las que debe vulnerarse, estos momentos nos vulneran a nosotros también. El cariño y la decepción pueden coexistir, la llamada “monstruosidad” puede estar en cualquier ser humano y la gran complicidad que involucra nuestro silencio.









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