Por: Valentina Ramírez Gómez | @val_filomata
La frustración en la maternidad es un tema que se ha comenzado a hablar hoy en día con cada vez más honestidad. Hemos pasado de criticar la romantización de esta, a exhibir de manera completamente explícita sus dolores, penas y torturas. Nightbitch quizás propone una mirada distinta e interesante: una nueva romantización pero que ya no desde el punto de vista de los valores familiares patriarcales, sino una admiración por la maternidad como esfuerzo y potencia en sí misma.

La nueva película de Marielle Heller es la historia de una mujer que se convierte en una perra. Literalmente. El personaje de Amy Adams pasa por una transformación fantástica similar a aquella de los hombres lobo, aunque en su caso se transmuta en una perra de pelo largo y ojos azules. Toca temas cercanos a la depresión post-parto, el aislamiento que muchas mujeres sienten al estar encerradas con sus hijos por demasiado tiempo, la falta de apoyo de los padres o maridos, o la frustración que algunas sienten al perder tiempo u oportunidades profesionales. Adams protagoniza esta cinta con una actuación intensa que juega con elementos de fantasía y realidad a veces graciosos, a veces perturbadores y otras conmovedores.

Nightbitch es una madre de tiempo completo. Es una artista. Es la pareja de su esposo. Es una hija que se distanció de su madre. Es una perra. ¿O será que ya no es nada de eso más que madre? En el centro de la película hay una reflexión sobre una mujer que siente que su identidad se pierde en el cansancio de las responsabilidades familiares, llevándola a expresar su frustración de maneras cada vez más explosivas.

La película trata de evitar centrar la frustración de la protagonista en su hijo, y habla más sobre las consecuencias de que la crianza recaiga sólo en la madre. Al principio de la película el personaje de Adams ansía conocer gente con quien hablar de algo más además de la dieta del niño o el horario del cuenta-cuentos, y se siente alienada de las otras madres con las que congenia. La verdad su distanciamiento con estas es algo pedante, y aunque la película lo trata con humor es claro que no sólo está atrapada por las consecuencias materiales y físicas de la maternidad, sino por sus propias neurosis y prejuicios. La relación con su pareja también es compleja, por un lado la película hace un gran trabajo en mostrar cómo el esfuerzo de Adams es dado por sentado mientras que el del padre se reduce a lo mínimo, en especial en el nivel intelectual, como mucho se ha señalado en la divulgación feminista de los últimos años.
La transformación de Adams en su contraparte fantástica es salvaje y brutal, y se convierte en el desahogo que ella necesitaba para reencontrarse a sí misma. La película presenta una analogía entre lo grotesco y hasta violento de la transformación licántropa con el proceso de embarazo y el parto, como experiencias de vida profundamente salvajes. La sangre, el dolor, los gritos, incluso la deformación del cuerpo se vuelven oportunidades para el personaje de Adams para ver ahí fuerza y poder.

Aunque la descripción de la película puede caer más en el tono del horror, la película se sostiene principalmente en sus escenas de la vida cotidiana, a veces cómicas, a veces emotivas, y otras quizás un poco más cursis. Quizás en este contexto sobresalen algunas escenas de violencia dirigida a los animales del film, en particular contra el gato de la familia.

Para mi, el aspecto más profundo de la película está en la relación de la protagonista con su madre, a la cual sólo conocemos a través de sueños y memorias, pero que es tan importante para la trama que se siente presente en todas las demás escenas. La película propone un análisis a la maternidad que es al mismo tiempo gracioso y brutal, y nos invita a preguntarnos si los sacrificios que muchas madres hacen por sus hijos eran realmente necesarios o si fueron llevados a ellos por las condiciones que les rodeaban.

Valentina Ramírez Gómez
En los últimos años he probado un poco de todo. Pasé de estar estudiando animación digital a ser bailarina de bellydance a periodista. Ahora estudio historia del arte, porque lo único que tienen en común todos mis intereses es que nunca se alejan de la estética, el arte y la belleza.









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