Film Review #FICM2024: Megalópolis

Por: Carime Esquiliano  | @carimeconc

Generalmente cuando escribo un texto sobre una película suelo iniciar indicando brevemente de qué va la historia que narra la misma. Con Megalópolis no será el caso dado que todo lo que cuentan en internet es verdad.

Nathalie Emmanuel as Julia Cicero in Megalopolis. Photo Credit: Courtesy of Lionsgate

El contexto de la gestión del proyecto es relevante por lo siguiente. Su director, el consolidado Francis Ford Coppola, lo ideó en 1977, fue hasta 1983 que empezó a escribir el guión y, después de varios intentos fallidos por iniciar la producción, finalmente el rodaje sucedió en 2023 gracias a que Coppola financió con recursos propios los $120 millones de dólares que costó la cinta. Sí, vivimos en un mundo lo suficientemente obsceno para que a una persona le sobren $120 millones de dólares.

Photo Credit: Courtesy of Lionsgate

Megalópolis es un producto audiovisual vacío y no hace falta ser experta en cine para reconocerlo. El problema recae tanto en una falta de estructura como en una ausencia de fondo en todos los aspectos posibles. No habla sobre ningún tema de valor; vamos, simplemente no habla, solamente se enreda en sí misma. Propone un exceso de nudos narrativos que no llegan a desarrollarse como líneas argumentales. No hay conflicto aunque después se inventa varios de la nada. Inicia secuencias que no terminan. Los personajes principales no alcanzan ninguna profundidad; los secundarios van, vienen, desaparecen. Los efectos visuales (de lo que más se le ha criticado) son un insulto para quienes se dedican a elaborarlos profesionalmente. Etcétera.

Photo Credit: Courtesy of Lionsgate

Sin embargo, a mi parecer, lo verdaderamente grave consiste en el hecho de que la cinta formó parte de la competencia oficial en el aclamado Festival de Cannes. Aquel evento anual que -cuentan- muestra lo mejor del cine mundial e internacional. ¿Es en serio? En todo caso, que la película haya sido exhibida allí manifiesta el alto grado de elitismo, la promoción de artistas privilegiados y la exclusiva complacencia que hay entre las mismas figuras de renombre que manejan la industria cinematográfica dominante, la hollywoodense. Cannes, Hollywood y Megalópolis en esencia exponen lo mismo: un patio de juegos para hombres blancos adinerados que juegan a luchas de poder y que, para ellos, eso es divertido.

Photo Credit: Courtesy of Lionsgate

Eso sí, aparenta hablar sobre el tiempo. El tiempo inquebrantable, el tiempo que se esfuma o el que permanece. El que nos moldea, el que nos habita, el que nos trasciende. Llegar a tiempo, perder el tiempo. El tiempo que cura o el que se mide. Coppola habla sobre el tiempo porvenir, un tiempo mejor, un tiempo tal que no es más que una vana utopía. Hay diálogos sobre el tiempo futuro pero su película es una del pasado. En la presunta ciencia ficción del cineasta los humanos seguimos siendo igual de incivilizados. Es una épica estancada, una pseudo historia que hemos visto miles y miles de veces ya. Insiste en representar a las mujeres como el segundo sexo, las que siempre están allí para el otro. En mostrar a los egos masculinos como los salvadores de los pueblos desfavorables porque su campo de visión es tan corto que están convencidos que ellOs (siempre ellOs y sólo ellOs) son quienes tienen la única razón. 

Photo Credit: Courtesy of Lionsgate

En la conferencia de prensa de la antes mencionada proyección en Cannes, Coppola mencionó que hoy en día a los productores de cine sólo les interesa generar números en taquilla y recuperar lo invertido. Si bien su comentario apunta al eterno debate sobre lo monetario versus las intenciones creativas y artísticas a las que un filme puede anhelar, yo le preguntaría, ¿entonces cuál es el verdadero interés en producir Megalópolis cuando no inspira a nivel intelectual ni emocional? ¿Qué sentido tiene poner tanto dinero pero tan poco espíritu en un proyecto tan ambicioso? Para él no se trata de dinero, pero para la audiencia tampoco. Para los y las cinéfilas siempre se ha tratado de conectar con la mente, el alma o ambas. Y, en esta ocasión, Coppola dista monumentalmente en ello.


Carime Esquiliano Sllim
Mujer, mexicana, feminista y muy pero muy cinéfila.


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