LFF2024: Queer – la soledad y la adicción a querer ser querido 

Por: Natalia Albin | @_nataliaalbin

En “Queer”, Luca Guadagnino se inclina sin escrúpulos a la estética de la generación Beat: drogas, sexo, surrealismo, romanticismo, alcohol, cigarros, libros y cuadernos desgastados, un personaje principal con estilo pero desarreglado, y siempre cada una de estas cosas en exceso. Oscilando entre visceralidad, sueños surreales y fantasías, esta adaptación de la novela del mismo nombre por William S. Burroughs toma los vestigios de lo que todavía hace a esa generación de escritores interesante y la resucita con un estilo que es, enteramente, Guadagnino.

Mubi

“Queer” trata sobre el alter-ego de Burroughs, William Lee (Daniel Craig), tropezando alrededor de la Ciudad de México en la década de 1940, y su obsesión con conseguir el aprecio de Eugene Allerton (Drew Starkey), un jóven que conoce en una de sus muchas noches de copas. 

Con la introducción siendo la versión de Sinead O’Connor de ‘All Apologies’ diciéndonos suavemente que que “todos son gay”, la primera línea de William es, “¿Eres queer?”. Y parece que sólo está buscando con quién acostarse noche tras noche, pero indagando un poco más en su automática obsesión por Eugene, más bien hay algo de necesitar un objeto para su encaprichamiento. Después de todo, William es claramente un junkie y si hay algo Guadanino nos quiere decir en sus proyectos es que el amar y querer ser amado es su propio tipo de adicción.

Lee, aún con amigos cercanos como Joe (Jason Schwartzman como nunca lo hemos visto), con quienes parece sólo hablar de conquistas amorosas en el mundo queer de la Ciudad de México, vive en total insulación. Una de las escenas más contundentes lo muestra inyectándose, nos abruma con la detonación de ‘Leave Me Alone’ de New Order (honestamente, vale la pena escuchar el soundtrack impecable de “Queer”) y la cámara del director de fotografía Sayombhu Mukdeeprom empieza en un close up íntimo que lentamente se aleja para mostrarnos su profunda soledad. Lee está esperando. ¿Pero a qué? A sentir algo, tal vez, algo más

Es lo mismo que desesperadamente busca con Eugene, el golden boy, cuyos atuendos y peinado son siempre impecables, a contraste de Lee (vale la pena dar una mención al diseñador de vestuario Jonathan W Anderson, director creativo de Loewe). Con Eugene, nadie está seguro si es gay o no – tal vez ni siquiera él, con su estoicismo y desapego a lo que pasa a su alrededor, pero Lee está determinado a seducirlo, leer su mente, meterse dentro de su piel. Eventualmente logra todo, y las escenas de sexo son particularmente explícitas, como si Guadagnino quisiera probarnos algo. La paradoja está en que Lee puede controlar y manipular muchas de las acciones de Eugene, pero nunca lo que más quiere: sus pensamientos y sentimientos. No puedes obligar a alguien a que te ame, por más que lo intentes. 

Dividida en capítulos, la película toma otro tono cuando nos movemos de la Ciudad de México a un viaje por Sudamérica en busca de una droga que es como ninguna otra y  podría ayudar a Lee a entender mejor a Eugene – creo que todos sabemos qué droga es, pero para el efecto de la película lo podemos dejar así. De pronto estamos viendo una road movie que nos adentra en la jungla con una botanista estadounidense que lleva viviendo ahí muchos años y es, literalmente, amiga de las serpientes (interpretada por Lesley Manville también como nunca la hemos visto, parece que Guadagnino es un buen director para sacar lados diferentes de actores que pensábamos conocer bien). 

Durante el viaje, Lee está sufriendo de síntomas de abstinencia, regresando a la euforia y consiguiendo todo lo que quiere. Daniel Craig interpreta a esta versión de Burroughs de manera impecable. Fluidamente integra sensibilidades modernas con las cargas de ser un hombre gay en 1940 – tiene momentos de vulnerabilidad que rompen el corazón incluso del Eugene de Starkey (quién es brillante en mostrarse tanto cerrado como abierto a Lee en momentos pertinentes), mientras es un hombre que disfruta tener las cualidades de masculinidad fuerte. Sin esas dinámicas, aún con la visión de Guadanino intacta, la película no funcionaría igual. 

En el último capítulo, Guadagnino y su guionista (también escritor de “Challengers”, Justin Kuritzkes), se alejan de la novela de Burroughs y nos dan algo parecido al realismo mágico. Se siente un poco como un guiño a Sudamérica, donde se originó el género como tal. Es lo más ambicioso que ha hecho Guadanino en su carrera y, aunque ha dividido a la crítica al no dejar meter el tono de la película en una caja, se siente como algo que va a definir el legado de su carrera como director. 

Para el epílogo, regresamos un poco al estilo que se estableció en la primera mitad de “Queer”, aunque combinando fantasías surreales à la David Lynch. Hay una claridad más cristalina, una secuencia final que parece querernos decir que tal vez todos estamos destinados a estar solos al final, especialmente si se vive con la carga de una vida de culpas, por quién ser, por lo que se hizo o se dejó de hacer, por adicciones y, tal vez lo más claro en “Queer”, por preferencias. 


Natalia Albin

Es una escritora y emprendedora mexicana viviendo en Londres. Sus escritos generalmente examinan las conexiones entre justicia social, inmigración y feminismos con cine, arte y cultura.


Descubre más desde Girls at Films

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Let’s connect

Instagram

Descubre más desde Girls at Films

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo