Por: Lily Droeven | @lilydroeven
En su segundo largometraje hablado en lengua chatina, la realizadora oaxaqueña Yolanda Cruz transporta a la audiencia hasta Cieneguilla, San Juan Quiahije, un poblado remoto localizado en la Sierra Sur de Oaxaca para retratar una narrativa dramática de ficción acerca de la migración y la preocupación de sus habitantes, así como la cotidianidad de la cultura indígena mientras captura el sentido del humor de la comunidad rural. La Raya tiene su estreno mundial en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) y forma parte de la selección oficial de Largometraje Mexicano. La cinta cuenta con la participación de Mónica del Carmen, Diana Itzel Cruz Baltazar y José Salof.
A través de este ejercicio de ficción Cruz explora la vida de Sotera Santos, una niña de once años que vive en el pueblo de La Raya. Está al cuidado de sus abuelos porque su mamá emigró a Estados Unidos para asegurarle un mejor futuro y le prometió regresar por ella. La única comunicación que tienen es por medio de llamadas telefónicas ocasionales.
Un día un refrigerador aparece mágicamente en medio de la nada. Ante este hecho fantástico Sote y su amigo Erick deciden hacer planes para emprender un negocio, pero cada vez que alguien se le acerca el refri este comienza a revelar cosas misteriosas causando sorpresa entre los habitantes.
Por otro lado, la incertidumbre se amplifica ante Sote y su ilusión empieza a desvanecerse ya que el día de un posible reencuentro con su mamá tal vez no se haga realidad. Es ahí donde Sote empezará a cuestionarse si es momento de abandonar La Raya o en realidad está en su verdadero hogar.
Con un tono de drama y situaciones de comicidad, la directora nos presenta las vivencias y sentimientos de una niña que aprenderá a afrontar, sanar y acostumbrarse a la ausencia del cobijo materno para poder seguir adelante. Al mismo tiempo Cruz no duda en mostrar la preocupación y tristeza que sienten los abuelos de Sote, así como los otros adultos mayores de la región cuyos hijos y nietos han emigrado hacia Estados Unidos y han pasado años sin saber de ellos. Ahora los adultos temen que los niños que aún viven ahí también se vayan, dejando a La Raya en completo abandono por lo que tanto su identidad cultural e idioma podrían perderse para siempre.
Además de dirigirla, editarla y producirla, Yolanda Cruz coescribió el guión junto a Joe Sieder a quienes se sumaron los Ciudadanos de Cieneguilla logrando en conjunto una impecable obra en guion y narrativa acerca de la migración y la importancia de la identidad indígena chatina mientras ahonda en la realidad que viven los niños que son dejados al cuidado de sus abuelos tras el abandono de sus padres que emigraron. La joven actriz Diana Itzel Cruz Baltazar logra dar fortaleza a la historia con una maravillosa interpretación sobre la desesperanza infantil ante la incertidumbre de una promesa que su mamá no podrá cumplir de llevársela con ella, planteando la posibilidad de que algo mejor le espera en su comunidad para su futuro. Junto a Diana se suma la actuación de Mónica del Carmen con un personaje que le aporta profundidad al arco narrativo del largometraje.
Al enfatizar el sentido del humor de los chatinos se sugiere una forma de escape ante el dolor, consiguiendo darle a la historia un poco de frescura y optimismo. La misteriosa presencia del refri se encargará de dar un giro reflexivo al develar momentos claves mostrándole a la audiencia la manera en que los personajes enfrentarán sus preocupaciones.
El uso de la cámara bajo la dirección fotográfica de Sheila Altamirano nos muestra de una manera íntima y observadora el entorno rural y las interacciones cotidianas de los habitantes en el que Yolanda honra su singular sentido del humor y las tradiciones de la comunidad chatina al inspirarse en vivencias propias haciendo que esta película sea imperdible.
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