Por: Valentina Ramírez Gómez
Se acerca el Festival de Cine de Morelia y con él, llega el entusiasmo por esas obras fílmicas que exploran la experimentación audiovisual, las preocupaciones sociales que escapan del canon, y el amor mismo por el cine como un espacio de diálogo, reflexión y creatividad. Uno de los mejores exponentes de esto son los diversos cortometrajes en competencia y aquellos dentro de la selección oficial del festival. Este evento nos acerca a un bello repertorio de películas, y nos da la oportunidad de ver en la gran pantalla historias que quizás escapan de las expectativas que cotidianamente tenemos del cine.

Comencemos hablando de un par de cortos que aunque se distinguen bastante y cada uno cuenta con una clara identidad visual y narrativa, coinciden en sus preocupaciones sobre la emancipación de las mujeres. Quizás la cercanía en temáticas se debe a que ambas historias están respondiendo al mismo contexto mexicano donde las ideas sobre cuidados, relaciones y tradición se repiten desde el espacio urbano hasta el campo, haciendo que las mujeres de contextos increíblemente disímiles se acerquen una a otra mucho más de lo que podríamos pensar.
Hasta que el alma baile
El cortometraje de Karla Oceguera forma parte de la Sección Michoacana y cuenta con las actuaciones de Teresa Sánchez y Marla Núñez Mata, quienes muestran la íntima y profunda relación que sus personajes tienen como madre e hija. El corto nos muestra la cotidianidad de la vida de Alma, quien ejerce los cuidados de su madre enferma, Gladys, y cómo la falta de cooperación de su hermano Ruben la aleja día a día de sus propios deseos, como lo es tomar una clase de baile.

Conforme se desarrolla esta historia, vemos los distintos aspectos de la vida de estas dos mujeres y cómo se acompañan mutuamente aunque principalmente sea a través del silencio, lentamente aparece una complicidad entre ellas que posibilita su felicidad. El proyecto fue acreedor del premio “Nárralo en primera persona”, concurso de guión que buscaba abordar el tema del confinamiento. En este caso, dicho confinamiento se presenta como consecuencia de las responsabilidades diarias, y las posibilidades de salida se presentan como un entramado de cariño, cuidados y relaciones entre mujeres. Con un giro conmovedor, la película nos invita a la reflexión en torno a las ocupaciones diarias, el apoyo mutuo y la alegría emancipadora del movimiento.

Prólogo y Epílogo

Este cortometraje en competencia fue hecho por la realizadora oaxaqueña Dinazar Urbina Mata, y muestra la compleja relación entre la tradición, el miedo, y el deseo de libertad de Alejandra, quien es acosada por su ex-novio Marcos después de que ella le pusiera fin a su relación. Protagonizado por Juliana Ibáñez y Jorge Coga, hacen palpable la relación tensa y cargada entre los dos personajes. El ambiente atmosférico y tranquilo de las escenas retrata la calma de la comunidad rural donde vive Alejandra, pero esta calma oculta la ansiedad con la que se mueve por las calles, nerviosa de encontrarse con el hombre que dice amarla hasta el punto de no querer perderla, incluso si esto implica manipulación, amenazas contra ella y sí mismo, extorsión y crueldad. La búsqueda por una escapatoria, incluso si esto está sumido en la incertidumbre, se vuelve el corazón de esta obra.

La película cuenta con una canción original, “Valiente huracán”, cantada y escrita por Gabriela Alatorre, la cual complementa el desarrollo de Alejandra y la esperanza que se encuentra más allá del fin del cortometraje tanto para ella como para las mujeres que viven situaciones similares fuera de la pantalla.









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