Por: Georgina Mejía
Una historia bella y moderna sobre la sonoridad incondicional. Iniciando con una secuencia evocadora de “La ventana indiscreta”, donde observamos a los habitantes de Marsella moverse en sus balcones, llevando a cabo sus tareas cotidianas durante un golpe de calor. Los colores son vibrantes y todo parece divertido, ligero y exagerado, similar a un universo de Almodóvar.
Nos centramos en el balcón de tres amigas: Nicole, que busca una historia adecuada para su primera novela; Elise, que huye de su pareja; y Ruby, que se divierte como camgirl. Nicole sueña con el hombre que vive en el departamento opuesto y, cuando son invitadas a una reunión en su casa, todo parece ser divertido hasta que Ruby regresa cubierta de sangre.
Lo que comienza como una sátira divertida se convierte en una crítica a la violencia sexual que vivimos las mujeres. La película muestra el poder de la amistad femenina y cómo ésta puede ayudar a navegar el trauma para poder seguir adelante. En una sociedad que culpabiliza a las mujeres por «provocar» el maltrato de los hombres, se espera que nos adaptemos y aceptemos esa responsabilidad. Aquí, la adaptación surge al tomar cartas en el asunto.
Merlant redefine como los cuerpos femeninos son representados en el cine, despojándolos del male gaze, solamente existen en el espacio sin la hipersexualización habitual que vemos en pantalla.
Una sorpresa divertida y agradable, que nos recuerda que juntas esta existencia se hace más sobrellevable. Además de que fue escrita por Céline Sciamma, esta película es digna de verse.
Girls at Films 
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