Por: Daniela García Juárez | @danigcjrz
Cuando se habla de maternar, nombrar el fenómeno como uno solo, como si se tratara de una fórmula, un ciclo repetido o una profecía inamovible, es una violencia que ciñe la conversación a la negación de diversidad, matices y complejidades subjetivas que comprenden la experiencia de ser madre. No hay una sola “maternidad” que funcione como un paradigma inequívoco, pues es eso, la conceptualización ceñida más que una generalización, es regla, guía y mandato.

La maternidad implica expectativas morales, económicas y laborales, pero debe integrarse al tejido social con hilos invisibles. Debe conseguir hazañas extraordinarias pero hacerlo por deber, sin exigir, quejarse, reclamar, o denunciar. Debe ser instinto, sacrificio; aquello que sostenga a la sociedad entera pero no tenga derecho a manifestarse insurrecta o tan siquiera propia, lo cual ya es una muestra de rebeldía en una conversación que busca unificar y, por lo tanto, anular la posibilidad de cuestionar los diversos presentes en torno al ejercicio de maternar y, por lo tanto, pensar en otros futuros para el mismo.
Latido, la nueva película de Katina Mora, protagonizada por Marina de Tavira y estrenada este 10 de mayo en Prime Video, es un ejercicio de quiebre al concepto de la maternidad. Pone la mirada en experiencias opuestas en la búsqueda y/o posibilidad de ser madre, enfocándose en los contrastes socioeconómicos, de edad y deseo que tejen los hilos a lugares completamente distintos cuando se trata de una adolescente precarizada o una mujer bien acomodada. Sin embargo, los contextos no luchan entre sí como una metáfora de la desigualdad de clases, en Latido, se lucha por dignificar ambas experiencias para pautar preguntas sobre los caminos contemporáneos de las distintas maternidades que existen en México.

La película invita a los espectadores a replantearse la pasividad de nuestro accionar y cuestionar nuestro rol en la creación de un entorno más socialmente justo para las madres, las que lo desean y necesitan del apoyo psicológico y amoroso, la crianza colectiva y el sostén material, y las que no, y necesitan situaciones seguras para su decisión de terminarlo, sin condena legal ni social.
Entrevistamos a Katina y a Marina sobre el lugar que ocupa Latido en la conversación sobre las maternidades y su encuentro como artistas.
- Latido nos invita a pensar en la diversidad de voces sobre la maternidad o las maternidades, ¿qué cuestionamientos, preguntas e inquietudes sobre la maternidad te guiaron en la escritura de esta película, y te llevan a darle este enfoque?
El guión sale de mi propia exploración, de la duda de si ser madre o no a mis 40 años. Siempre creí que era un deseo que tenía pero en cuanto empecé a cuestionar e indagar más me di cuenta que quizá no. Pero había un instinto maternal mio muy poderoso también, y me costaba mucho trabajo pensar que ese instinto no fuera a ser aprovechado. Durante mi exploración, cambié el final de la película cuando tomé mi decisión y me di cuenta que había otras maneras de maternar. Me di cuenta que maternar es poder ser mentora, por ejemplo. O poder cuidar de otros niñes, sobrinos, hijos de amigas, etc. Y que yo podría seguir ejerciendo ese instinto de otras maneras.
Entonces sí, todo el guión está lleno de historias de mujeres. Creo que últimamente hay un despertar al respecto, se está dejando de romantizar. Las mujeres están siendo mucho más honestas hoy en día de lo complejo y difícil que es, sobre todo sabiendo que no hemos logrado la equidad con la figura del papá. Siempre digo que si yo hubiera sido hombre si hubiera podido ser papá. Siendo mujer y teniendo que hacerme cargo de absolutamente todo, no. Es una realidad. El guión está plasmado en todas esas historias de mujeres que entrevisté y en mi propia experiencia.

Para Marina.
- El personaje de Leonor es interpretado con una sensibilidad muy particular que destaca al desarrollar a un personaje tan complejo y delicado. Al conocer a Leonor ¿cómo le das vida y reconstruyes este personaje también desde tu vivencia y perspectiva sobre la maternidad?
Para un personaje como este sin duda tengo que partir de mi misma, de mi propia experiencia como madre. Yo fui mamá ya tarde, no muy joven. Era un embarazo deseado y sin embargo fue difícil, en términos de que tuve que asumir muchas cosas. Tuve que asumir lo que iba a cambiar en mi vida de ahí en adelante. Pasé esos 9 meses procesándolo y ya cuando finalmente apareció ese ser en mi vida me di cuenta de la radicalidad de lo que me había pasado, de todo lo que iba a cambiar para siempre.
A partir de esa experiencia me intento poner en los zapatos de la opuesta: alguien que ha gestado ese deseo por años y que no sucede, que su cuerpo no responde. Esto requería una investigación que Katina había hecho previamente y que yo también tuve que hacer después para conocer la experiencia a través de los testimonios de otras mujeres y poderte ir acercando. Siempre tienes una sensación de ilegitimidad, pero al final es lo que nos toca hacer como actrices: ocupar la experiencia y poner lo que somos, las emociones, pensamiento y cuerpo en honor a lo que el personaje quiere decirle al mundo.
A mi cada personaje me abre un mundo y un horizonte y Leonor me dio uno gigantesco que me hace ser más comprensiva y entender más a otras mujeres, no solamente las que viven lo que vive Leonor, sino las que viven lo que vive Emilia. El maremoto de un embarazo no deseado en una edad tan temprana. También está el personaje de la abuela, interpretada por Teresa Sánchez que también es mamá de tres. En esta película hay un mosaico muy interesante que nos abre otras preguntas sobre las posibilidades para vivir la maternidad. Estoy agradecidisima de haberme puesto esos zapatos un ratito.

Para ambas.
- Se percibe una buena sinergia a través de la naturalidad de la narrativa y la sensibilidad de las imágenes. En el trabajo en conjunto para dar vida a las ideas y los personajes, ¿cómo se aportaron creativa y personalmente en el proceso? ¿Cómo crecieron después de atravesar esta historia?
Katina: Marina y yo habíamos trabajado en un piloto que nunca vio la luz, por distintas razones. Pero en ese primer acercamiento ambas nos enamoramos del trabajo de la otra. Para mí, cuando escribí este guión, no había otra persona en mente. Lo escribí pensando en Marina y esperando que dijera que sí y le gustara. Había ese primer acercamiento pero esta película nos acercó el triple personalmente. En eso suelo ser muy abierta con los actores, siento que es importantísima la relación, cómo te conoces y tienes el acercamiento a los proyectos pero también hacia la vida. Yo estaba en un duelo de una separación tremenda cuando empecé a filmar esta película y Marina estuvo acompañándome en esa parte también. Hubo momentos en que después de filmar estábamos en lágrimas por ciertas otras cosas. Fue un proyecto muy emocional y femenino en el sentido más bonito de la palabra, muy vulnerable. Y siento que esa vulnerabilidad abrazada dentro y fuera del set crea magia y que la película está llena de eso.

Marina: Tal como cuenta Katina, yo recuerdo perfectamente el día que nos conocimos. Desde ahí me encantó cómo se acercaba a mi para darme notas, con esta seriedad amorosa que tiene Katina y me llamó la atención como persona. Y después hacer este proyecto tan personal se trataba de escucharnos como mujeres. Estábamos ahí Camila, Katina y yo, platicando en el patio de lo que nos pasaba como mujeres. Por ejemplo, en el rodaje mi hijo estaba lejos, yo tenía que viajar y dejarlo para venir a hacer la película, cosa que a mi me causa mucha ansiedad de separación, y todas esas cosas acaban importando, lo que nos pasaba a todas.
Yo estoy convencida de que no se puede hacer arte o teatro si no tomamos en cuenta cómo están las personas y lo asumimos y lo hacemos parte, no para hacer psicodrama, sino porque el arte es sustancia viva.

- ¿Qué conversaciones y reflexiones les gustaría que se suscitaran a partir de Latido, en torno a las maternidades, y que lugar creen que ocupa una película que visibiliza temas tan importantes sobre la vivencia de las mujeres en el cine contemporáneo?
Katina-. Siento que muchas mujeres estamos en esta conciencia y apertura de muchas cosas. La semilla de este guión fue toda esta parte del aborto legal y que las maternidades sean deseadas. Me encantaría que la película pudiera traer este punto de vista para gente conservadora para que puedan ver lo que atraviesa una niña porque se toman decisiones sobre el cuerpo de una mujer muy fácil, en una Corte y otros espacios donde no están viendo bien cual es la experiencia de estas jóvenes que están teniendo que llevar a término un embarazo. Se dice muy fácil “que lo den en adopción”, cuando eso significa emocional y psicológicamente algo brutal para una niña que no tiene las herramientas para eso.
Esa parte sería lo más importante para mi. Conectar y empatizar es hermoso, pero de la parte social sería divino que ciertas personas muy distantes al tema pudieran verlo y por lo menos reflexionar sobre lo que esto pueda significar para una niña, porque me parece tremendo que sigan opinando sobre nuestros cuerpos. Creo que ahí es donde entra la responsabilidad como cineastas de contar historias que pongan estos temas en la mesa, que por lo menos provoquen una reflexión al respecto.
Marina -. Sí, yo agregaría algo que he oído es importante para Marina y la comparto es la de dejar de romantizar la maternidad en cualquiera de sus formas. La maternidad que surge a través de un deseo, la que no. Es un proceso complejísimo en cada una de sus formas, y no es romántico: puede llegar a ser bello, pero también muy doloroso y difícil, así como puede generar mucho gozo pero no es solo de una manera y esta manera no es romántica.










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