Postales GaF: Sunset Boulevard y el rostro de una actriz

De: Amira Ortiz Azuara | @unazuara

Para: Linda Marine

*Esta pieza forma parte de la Tercera Edición de Postales GaF, el intercambio de textos entre colaboradoras de Girls at Films, un espacio para celebrar las posibilidades del cine y la amistad.

“We didn’t need dialogue. We had faces.”

¿Cómo describir el rostro de una actriz? Los ojos bien abiertos, las cejas levantadas, los dientes relucientes siempre asomándose en una boca delineada, los pómulos y la barbilla bien definidos. Es toda expresión: desbordaba, estrambótica y trágica… Teatral. Pero ella no es cualquier intérprete o protagonista pues su papel principal es el de diva. Su andar no es dulce e inocente, es imponente porque carga con la severidad que solo la experiencia puede dar. Salida de las sombras, preservada en celuloide, la mujer se transforma en diosa. En Sunset Boulevard (1950) Billy Wider presenta a Norma Desmond (Gloria Swanson), estrella pasada del cine silente, para indagar a una diosa olvidada en el plano terrenal. 

Sunset Boulevard es una cinta sobre el performance: los actos que los distintos personajes que forman el rompecabezas Hollywood tienen que representar para sobrevivir. Joe Gillis (William Holden), el narrador fatal de esta historia, es el guionista desempleado que finge prosperidad ante sus colegas y Max (Erich von Stroheim), el ex director de cine y esposo, es el mayordomo fiel que mantiene la fantasía de su ama y musa. En el guión de Wider, coescrito con Charles Brackett, no hay espacio para el honor. Los relegados, los expulsados del set, se destruirán el uno al otro al momento de las verdades.

Imagen publicitaria de Sunset Boulevard

“I am big! It’s the pictures that got small.”

Es revelador que el noir sea el género de una de las cintas que mejor ha retratado el sistema de estrellas. No hay futuro para aquellos que viven en las sombras. Norma, congelada en los tiempos de grandeza, habita su mansión gótica con un ayudante que la acompaña en su misión cuando el visitante a corromper se hace presente. Es una especie de vampiresca, una variación de la mujer fatal. Si bien la historia la contrapone con la joven script girl Betty (Nancy Olson), la cinta no encierra a la personaja de Swanson solo en su villanía y este acercamiento proviene de su cercanía con la realidad de su actriz protagónica. 

Para finales de la década de los 40’s, Gloria Swanson hacía apariciones en teatro, radio y pequeños papeles en cine. Atrás habían quedado los años protagónicos de la actriz y el cine mudo. Cuando Joe y Norma miran en el proyector privado escenas de una película silente, no solo es Norma la que contempla el pasado, es también la propia Swanson. Se trata de la cinta Queen Kelly (1928), película en la que la actriz fue dirigida por Erich von Stroheim, el mismo que interpreta a Max, el director olvidado. 

En la cinta hay un desfile de estrellas como Buster Keaton, la reportera Hedda Hopper y el director Cecil B. DeMille, representándose a sí mismas. Este último también dirigió a Gloria Swanson en películas silentes, llamándola de cariño “little fellow”. DeMille retoma ese gesto en Sunset Boulevard cuando recibe a Norma en los estudios Paramount mientras filma Samson and Delilah (1949). La cinta balancea la decepción de Max al enterarse del verdadero motivo por el que están ahí, mientras la Desmond recibe pequeñas, pero significativas, muestras de respeto por parte de los trabajadores del estudio. Una luz del set ilumina a la estrella y ella no está dispuesta a abandonar esa sensación una vez más.

Billy Wilder y Gloria Swanson en el set de Sunset Boulevard

En un montaje conocemos la rutina para mantener la belleza. Norma se somete a tratamientos que a más de 70 años de distancia resuenan con las vidas ya no sólo de las diosas de Hollywood, sino de la mujer común. En la cinta la protagonista tiene 50 años, originalmente Billy Wilder ambicionaba que la diferencia de edades entre Norma y Joe fuera más notoria, presentando a la mujer mayor con un físico decadente. Gloria Swanson, también hablando por sí, ganó: la personaja haría todo lo posible por mantenerse bella, glamorosa y joven. 

“You see, this is my life! It always will be, there’s nothing else. Just us, and the cameras, and those wonderful people out there in the dark.” 

Hay un sentimiento de compasión en Sunset Boulevard. Norma, en su mundo delirante, actúa su escena final, baja la escalera convertida en Salomé, ante la mirada atónita de reporteros y fotógrafos. Pero incluso una profesional como ella se ve conmovida, nunca la vimos más feliz. La actriz por fin obtuvo su audiencia. La última línea de la cinta nos recuerda el rol protagónico del rostro de una actriz. En este fragmento célebre del cine estadounidense se revela la colectividad del set, la maquinaria hermosa y fatal que construye mundos, mientras encumbra y colapsa a la individua.  En los grises de este blanco y negro hay una sinceridad desgarradora que solo el amor por las películas, y las personas que las construyen, puede revelar. 


Amira Ortiz Azuara

Veracruz, 1995. Escribe sobre cine y las personas que lo hacen posible. Egresada de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García y ganadora de la tercera edición del Concurso de Crítica del Festival Internacional de Cine de Los Cabos.



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