Film Review: Trigal – Pubertad y veranos mexicanos

Por: Miriam Delgado

No hay nada que describa mejor lo extraña y contradictoria que es la pubertad como esta línea en la ópera prima de Anabel Caso, Trigal

“- Olía como mayonesa”

“- A mí igual me gusta la mayonesa, pero en un pollo, no en un vato”

Esta es la conversación entre dos primas de doce años, Sofía (Emilia Berjón)  y Cristina (Abril Michel), quienes comparten un verano juntas en casa de una de ellas en el campo, mientras exploran su despertar sexual y hablan de su primer beso. 

La sinopsis en la mayoría  de los sitios web describe cómo estas primas descubren esta nueva faceta en su vida y entran en discordia por un hombre que es veinte años mayor que ellas. Pero creo que es darle muy poco crédito al resto de la historia si solo nos concentramos en esta primicia. Toda la película es un viaje y la discordia por el hombre mayor es realmente sólo la conclusión.  El viaje está repleto de un gran trabajo de remembranza de cómo es la pubertad por parte de Anabel Caso, quien también es guionista de la película. 

A lo largo de casi dos horas el largometraje nos expone a las ironías que vienen con estar en esta etapa de la vida: niñas escondidas viendo fotos de desnudos y también intercambiando brazaletes de amistad; entrar en un pánico total con la llegada de la primera menstruación y tenerle miedo a los fantasmas, pero también usar labial rojo y ombligueras; tener piojos y buscar un novio. 

El título del filme hace referencia al campo que cruzan las dos primas para ir a ver al hombre mayor que no podría interesarse menos en ellas. Un trigal que está protegido por una barda que tienen que escalar y que luego tienen que caminar por una larga distancia. Algo así como una analogía hacia la adultez y lo desconocido.

Sin embargo, Anabel Caso nos da una mirada más allá de una película sobre un verano en la adolescencia. Es más, esto es todo lo contrario a una película sobre un amor de verano coming of age como Call Me By Your Name. La película de Luca Guadagnino, a pesar de su temática LGBTQ+ y de estar situada en los años ochenta, resguarda a sus protagonistas en una burbuja de privilegio en la que pueden disfrutar el uno con el otro de su amor, resguardados de cualquier obligación o carga económica y social. En Trigal, nos encontramos con una realidad menos idílica en la que sus protagonistas tienen que quedarse en casa todo el verano, con los mismos problemas de siempre, pero al menos no tienen que ir a la escuela. 

Sofía por su lado vive con su mamá soltera, por eso es enviada al campo a pasar el verano con otros miembros de la familia. Y Cristina, en contraste, tiene una familia conformada por mamá, papá y hermana que también viene con sus propios problemas. Y ambas viven en México, país donde está normalizado chiflarle a niñas de doce años, y donde están en peligro de que hombre veinte años mayores se quieran sobrepasar de su inocencia y curiosidad. No obstante, ver esta versión de un verano menos idealizado en la pantalla grande es refrescante. Porque aunque sea verano, el acoso no para, la hermana con discapacidad no va a desaparecer, y los problemas en el matrimonio de tus papás tampoco. Y de la misma manera, no hay dinero para ir a Europa, sino solo para mandarte a casa de tu prima y juntas idear locuras y fantasías para pasar el tiempo. 

Anabel Caso realiza un gran trabajo retratando esta etapa en la vida de dos niñas mexicanas, de su familia y de la realidad en la que viven. No sin matar por completo el espíritu que el verano trae y el realismo mágico de esta región del mundo y de ser aún bastante joven. 


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