Por: Karen González | @filmaniakk
Esta película es la maravilla del cine al que se podría llamar Terror Sci-Fi. Puedes jugar con la ficción hasta niveles extraordinarios, y ¿por qué no? Mezclar todo eso con una fotografía al estilo Film Noir y combinarla para recordarnos a The Twilight Zone.

Divinity, la película de Eddie Alcázar, que protagonizan Stephen Dorff, Moisés Arias y Bella Thorne, parece una curiosa e interesante propuesta. La película afronta varias temáticas que al parecer no son muy vistas en el cine comúnmente. Alcázar apuesta de cierta manera un juego curioso entre el estilo de fotografía blanco y negro, fusionado con un set particularmente futurista y una historia desafiante, la cual en un futuro, como van las cosas, no dudaría que pudiera llegar a suceder algo por el estilo.

Esta historia recuerda a bastante películas, incluyendo algunas narrativas de Cronenberg como Crimes of The Future: sobre la manera y evolución de las relaciones humanas debido a la banalidad; y también un poco de influencia en historias como Death Becomes Her y algunos episodios de Black Mirror.

Divinity hace un juego interesante en lo que se cree que es una completa crítica sobre la obsesión que la humanidad tiene en el futuro sobre la belleza, sobre lo que simboliza la vejez y el no estar en un canon de belleza hegemónica. También éste tema se combina mucho con la maternidad, sexualidad y misoginia que se liga con el punto anterior sobre la belleza. Es absurdo e increíble porque existe en esta película una poción mágica llamada Divinity, la cual, la mayoría de la población en el planeta ha consumido, y te hace ser inmortalmente bello y joven. Pero el detalle interesante es que si abusas completamente de ella te hace convertirte en todo lo contrario, un monstruo aterrador y completamente repulsivo.

Es muy interesante observar como dos jóvenes apuestos y Bella Thorne, quieren destruir y desaparecer Divinity de una forma completamente bizarra y abstracta. Quizá se puede justificar porque simplemente la película sirve como una manera de apuntar sutilmente a nuestra sociedad, que busca la tendencia a siempre querer lo inalcanzable a pesar de las consecuencias.









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