Por: Jessica López
En Sueño mexicano de Laura Plancarte, el formato convencional de documental queda rezagado por un Sueño Mexicano: una oda al amor propio.
A través de planos cinemáticos que convergen con actuaciones y diálogos realistas, la directora Laura Plancarte busca redimir la figura de la mujer latinoamericana abnegada, que sufre y da la otra mejilla en Male, una mujer que como muchas en México y latinoamérica deja su lugar de origen para trabajar en casas ajenas y construir a cuentagotas un patrimonio que ofrecer a sus hijos y en el cual resguardarse cuando las cosas se ponen difíciles.
Con una propuesta narrativa poco convencional dentro del género de documental, Plancarte narra a través de esta ficción pasajes biográficos de su protagonista quien tras salir de una relación violenta, comenzó a valorar su vida y a vivirla a su modo. Este largometraje es una oda a los nuevos inicios, a las redes de apoyo y al amor propio.
Es una historia con la cual la audiencia se sentirá inspirada al ver a Male apoderarse de su narrativa mientras canta y baila al ritmo de una buena cumbia. En la siguiente entrevista Laura Plancarte (LP) nos cuenta un poco más sobre el proceso detrás de Sueño Mexicano.

GAF: ¿Cómo conoces a Male?
LP: Yo venía de filmar un documental (Non Western, 2020) que hice de una pareja interracial en Montana, Estados Unidos, y había un tema de machismo tremendo. Desde ahí tenía claro que quería hacer una película con una protagonista fuerte. Además quería regresar a México. Entonces, a través de contactos pedí que pasaran la voz entre las chicas que fueran conociendo y les dijeran que estaba en busca de un personaje de una mujer mexicana, fuerte, diferente. Quería romper con estos estereotipos que existen de las mujeres latinoamericanas, siempre retratadas como luchonas, pero también como muy sufridas. Donde prácticamente casi que ni tenemos tiempo de abrazar la vida y pasarla bien.
Empecé a hacer entrevistas por zoom con diferentes mujeres y el día que conocí a Male, dije: No, es ella, definitivamente es ella. Desde el día uno me rompió a mí los esquemas, entonces hicimos un acuerdo para vernos por zoom tres veces a la semana, una hora y media.
Así ella podía conocerme y yo a ella; explorar si queríamos hacer la película juntas. Estuvimos así tres meses. Cada día me daba cuenta que ella podía cargar con una película y lo que le sucedió a Male es que se escuchó a sí misma. Eso fue lo que la animó a buscar a sus hijos, a ponerse en acción. A partir de ahí, decidimos empezar a hacer la película.
Otra cosa que también tenía clara es que quería hacer una película colaborativa pero en ese momento la pandemia ya había caído fuerte. [Para no parar] le mandé a Male un celular con accesorios, micrófonos, todo eso y le enseñé cómo podía auto filmarse y grabar sonido mientras yo dirigía por zoom en su antiguo celular.
Y así empezamos, cuando la pandemia bajaba yo iba a su pueblo a filmarla y a su familia. Así estuvimos un año y medio. Después hago un corte para ver cómo era el material y ahí fue cuando reafirmé que Male era fantástica, pero que el material no le hacía justicia. Y que esta colaboración tenía que ir al siguiente paso. Entonces dije: Este es el momento perfecto para hacer una ficción con no actores que se enfrentan a la cámara por primera vez y que Male y yo escribamos su historia juntas.
Ahí ya conocía mucho a los hijos de Male y tiene pues una relación complicada con ellos, entonces de esta manera Male podía cuidar la relación con sus hijos y yo podía también explorar como cineasta nuevos territorios, teniendo muchas más herramientas.
A Male le gustó la idea y entre las dos escribimos un guion, obviamente sin diálogo donde sólo hay descripción de escenas. Ahí se subió Andrea Chignoli, editora chilena muy buena, como supervisora de guión y luego también como montajista. Y así es como surge la idea y guión de Sueño Mexicano.

GAF: Es algo que también has manejado en tus otros proyectos, por ejemplo en Non Western ¿no?. Creaste una especie de ficción pero manteniendo en gran parte el aspecto documental. ¿Ese equilibrio entre los dos mundos es algo que quieres mantener en tus próximos proyectos?
LP: Non Western es un documental puramente observacional. Todo lo que ves está pasando en tiempo real, no es una puesta en escena. Antes de llegar a filmar con un fotógrafo, yo paso mucho tiempo con mis personajes, por esa familiaridad podría parecer una ficción, además porqué está muy bien filmada y por que la cámara se vuelve transparente.
En el caso de Male, sí es una puesta en escena de principio a fin. Del material que Male filmó con su teléfono en 2020 ya no quedó nada dentro de este corte ni del material que filmé yo. Lo que se filmó, se convirtió en una investigación –más bien como la preparación– para que Male y yo pudiéramos escribir un guión basado en eso, seleccionando cómo se quería retratar cada momento, cada pelea entre ella y Edgar dónde se están actuando a sí mismos y tienen control sobre sus personajes.
Eso fue para mí muy rico, porque luego [en los documentales] sientes que de alguna manera como cineasta quieres proteger a tus personajes y a final de cuentas ellos a lo mejor ellos se ven de una manera distinta a como los ves tú. Entonces quería que Male también pudiera ser parte de la construcción de cómo se representaba ella y al resto de los personajes.
GAF: ¿En cuánto tiempo se grabó Sueño Mexicano?
LP: Primero fueron 2 años en que ella se autogrababa y yo la visitaba sin un equipo. Luego escribimos el guión. El corte que viste, se grabó en dos semanas. Porque toda la gente es real, todo mundo tiene un trabajo. Esos dos años ayudaron a que tanto Male como su familia y personas cercanas a ella se acostumbraran a la cámara y a mi presencia. Yo trabajo siempre con un equipo muy chiquito, entonces como que el equipo se vuelve una extensión de lo que soy yo para todos. Además, Male es un talento nato como actriz profesional y la química que tengo con el fotógrafo Franklin Dow, ayudó a que saliera en dos semanas. Fue un súper reto pero estoy muy contenta y orgullosa con el trabajo, creo que fue una colaboración extraordinaria, un trabajo de equipo.
GAF: Otro momento que llamó mucho mi atención fue cuando vemos el universo laboral de Male, con estas señoras de clase alta que también tienen conflictos como ella, pero muy distintos y ajenos a los de ella. Cuéntanos un poco más de esa escena.
LP: Hicimos un casting de personas que viven en ese mundo y que quisieran dejarse filmar. Ninguna es actriz, se interpretan a sí mismas entonces yo les dije: la protagonista de la película es Male, con quien vamos a empatizar es con ella; ustedes van a parecer como unas mujeres muy consentidas y que francamente, no les van a gustar al público de ninguna manera.
Entonces, les pedí que me dijeran ¿cuál era la parte difícil de ser mujeres de una clase acomodada que lo tienen “todo”? A partir de ahí, de una manera natural cuentan que sí, tienen esas casas extraordinarias pero a final de cuentas son como las muñecas de sus esposos. Tienen que estar disponibles 24 horas, aceptar que las engañen y ellas hacerse las tontas. Todo eso me shockeó, no me lo esperaba pero fue algo que me gustó para también romper los mismos arquetipos con los que siempre hemos jugado [al hablar de clases sociales]. Male tiene mucha más vida que ellas, es más libre en cierta manera.

GAF: Un aspecto con el que me quedo de Sueño Mexicano es la socialización entre mujeres. En tu caso, cuando necesitas desahogarte, ¿a quién acudes como lo hace Male con sus amigas?
LP: A mí lo que más me ayuda en la vida es el contacto humano, ya sea con familia, amigos, pareja o personas cercanas. Eso es lo que realmente me ayuda a salir del hoyo. Desafortunadamente algunas veces, me empiezo a encerrar como en una concha, de repente no quieres ser visto.
Es algo que Male y yo queríamos retratar. Cuando habla con Carla su prima y el compañerismo que tiene con Juanito. En esta película, la amistad es un elemento importantísimo.
Por ejemplo, estoy muy emocionada de presentar la película en Morelia y ojalá le vaya muy bien, pero uno nunca sabe cómo va a ser la ruta de una película. Yo espero que sea buenísima, pero la vida no es esa. La vida es el proceso. Lo más bonito es haber hecho la película con Male. A veces nos pueden ganar las angustias porque obviamente hay gente que confió en ti, inversionistas, todo eso y tú tienes que rendir cuentas…pero no hay que perder de vista que lo más importante es lo que aprendiste en el proceso y la convivencia con la gente. Mi gran pasión es conocer y trabajar con gente real, porque me enriquece, aprendo mucho.
[Pero sí], lo que me ha sacado a mí adelante en la vida es el contacto humano. Y te lo digo a ti en voz alta ahorita, para que yo recuerde no encerrarme como concha cuando me pasen las cosas malas.









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