Por: Andrea Montoya | @andii_move
¿Te imaginas recibir una llamada diciendo que un ser querido, lleno de planes y vida, acaba de suicidarse?
Esta es la llamada que recibe Lourdes Portillo, directora de “El Diablo Nunca Duerme”, una mañana de domingo y que dispara una curiosidad que da como resultado este documental de 1994.

Luly, como le dice su familia a la cineasta, regresa a México a investigar e intentar esclarecer las verdaderas causas de la muerte de su tío Óscar, su tío consentido.
“Cuando sueño con el lugar donde nací, sueño con los misterios a punto de ser revelados. Y lo que siempre está presente son las caras de mi familia, las historias que me contaban y la ciudad.” Así es como abre este viaje de regreso que es “El Diablo nunca duerme”.
Desde una investigación policiaca de dudosa fidelidad, algunas deudas sin cobrar con socios del rancho de Óscar y la inevitable sospecha que genera Ofelia, la viuda, esta historia cuenta más que la cronología de una investigación; el viaje de Luly de regresar a sus raíces y a explorarse por medio de éstas. Y es que ¿de qué sirve el ejercicio de hacer cine autorreferencial si no es para encontrarse dentro de lo que se creía perdido?

A pesar de que como espectador, todo el tiempo estás pensando en Óscar como si también fuera tu tío favorito (y es que aceptémoslo, todos amamos un chisme familiar llevado hasta sus últimos detalles y con los protagonistas opinando frente a una cámara), la manera en que Luly nos lleva por sus recuerdos y las imágenes que asocia con las entrevistas realizadas a su familia, hacen que el montaje de este film sea una verdadera delicia.
30 años después de su primer estreno, “El Diablo Nunca Duerme” sigue siendo una pieza clave a la hora de explicar el cine en primera persona. Con tomas, personajes y pasajes que van desde lo más lógico del pensamiento racional, pasando por lo más espiritual y punitivo del catolicismo mexa, hasta explicaciones místicas e inverosímiles, pero siempre conservando el toque de humanidad y paciencia que necesita para intentar resolver un misterio a la mexicana. Y además, pone a Lourdes como una de las mejores documentalistas mexicanas que ha habido, como ejemplo podemos poner su nominada al Óscar “Las Madres de la Plaza de Mayo” (1986) y “Señorita Extraviada” (2001), en donde nos queda muy claro los temas que explora: la latinoamericanidad y sus fronteras.
Lourdes Portillo, directora y protagonista de la cinta, impregna su visión chicana y de una mujer curiosa en un historia llena de conservadurismo y con mucho miedo al “que dirán”, y la transforma en una ejemplo del realismo mágico en el que tenemos que hacernos a la idea que como mexicano, vivimos.
El Diablo Nunca Duerme es uno de los 14 títulos de la Retrospectiva: En Primera Persona que ofrece este año la Gira de Documentales Ambulante. Puedes encontrar sus horarios y funciones dando click acá.









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