Por: Jocelyn V. Gutiérrez Solis | @apricotnica
En 2009, Jose Hernández se convirtió en el primer astronauta y trabajador agrícola mexicano, en llegar al espacio. Luego de 12 intentos por entrar a la NASA y 30 años de espera, preparación y esfuerzo, Hernández logró cumplir su gran sueño.
Su historia es ahora llevada al cine por Alejandra Márquez Abella, quien emerge como directora y co-escritora del filme. Se trata de la primera película en inglés de la directora, sin embargo, más allá de indicar un paso hacia un —posible— mayor involucramiento en la industria de habla inglesa, parece ser más bien una decisión por hacer una película que sale un poco de lo que Alejandra Márquez Abella tiene acostumbrada a su audiencia y a la crítica.

A Million Miles Away es una adaptación audiovisual de la memoria de Jose Hernández (protagonizado por Michael Peña), no solo porque está directamente basada en el libro autobiográfico del mismo, sino porque a lo largo del filme, múltiples recursos son utilizados para crear una atmósfera en la que parece que estamos observando una recopilación de los recuerdos de Hernández. El halo borroso alrededor de numerosas escenas, la sobresaturación de los colores, el montaje y la velocidad de algunos recuerdos vs. otros, y, en definitiva, la música elegida son todas herramientas para llevarnos a esos momentos como si estuviéramos adentrándonos en la mente de Hernández.
Alejandra Márquez Abella se asegura de no contar una historia en la que las raíces del protagonista, como trabajador agrícola e inmigrante, son condiciones que se deben ‘superar’ para cumplir un sueño, en su lugar la directora ofrece un retrato lleno de dignidad del trabajo en el campo, y su valor en la vida de Hernández.

La película no replica los estereotipos de los mexicanos que permean en la industria hollywoodense, al contrario, resalta diversos aspectos de la mexicanidad de Hernández y su entorno, mientras que, a la vez, muestra la discriminación sistemática que sufren los mismos. Pero el que es quizá uno de los mayores aciertos en cuanto a la narrativa de la historia es el énfasis en la importancia de las redes de apoyo detrás de Hernández. El rechazo al discurso de que el éxito es una consecuencia de un esfuerzo —únicamente— personal es muy valioso en una sociedad que día a día se dirige más a la individualidad y donde las comunidades se desdibujan.
Si bien es cierto que no podemos omitir el hecho de que esta película es, sin duda, una que sigue la fórmula tradicional de los biopics que hemos visto, narrando un ‘heroe’s journey’ de principio a fin. La dosis de lo inspirador y emocional definitivamente no falta, pero es imposible no reconocer que los aciertos del filme traen una frescura un tanto inesperada.

Alejandra Marquéz Abella nos entrega una producción llena de matices, en la que incluso al contar una historia con un ‘final feliz’, no olvida todo aquello que ocurre en el proceso. Son esos matices los que aportan complejidad y realismo a la historia y que logran balancear la presencia de lo aspiracional. A Million Miles Away no es el filme más arriesgado de Marqués ni de cerca, pero es uno que aporta algo distinto al género de los biopics.

Jocelyn V. Gutiérrez Solis
Internacionalista de día, creativa de noche. Veo más cine del que debería y menos del que me gustaría.









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